El Papa León XIV insta a los líderes mundiales a construir una “cultura de la atención” en la Jornada Mundial de los Pobres


En la Basílica de San Pedro, durante la celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa León XIV dirigió un fuerte llamado a la responsabilidad social y política de los líderes internacionales. En su homilía, los exhortó a “escuchar el clamor de quienes sufren” y a promover políticas fundadas en la justicia, advirtiendo que “no podrá haber paz sin justicia”.

Ante miles de fieles congregados, el Papa invitó a toda la Iglesia y a la sociedad a cultivar una “cultura de la atención”, capaz de derribar la soledad que atraviesa las pobrezas materiales, morales y espirituales, especialmente entre los jóvenes. “El drama que une a todas las pobrezas es la soledad”, afirmó, subrayando que la respuesta cristiana no se limita a la asistencia inmediata, sino que debe inspirar una nueva forma de comunidad y ternura social.

Durante su homilía, centrada en las lecturas de los últimos domingos del año litúrgico, León XIV recordó que el “día del Señor” anunciado por el profeta Malaquías es símbolo de la esperanza definitiva para los pobres y los humildes. “Jesús mismo es ese sol de justicia que viene a responder a las esperanzas de los sencillos y a erradicar la injusticia”, dijo, invitando a los creyentes a mantener la confianza en medio de las dificultades y persecuciones.

El Pontífice denunció además la indiferencia global ante las guerras y las crisis humanitarias, señalando que “la globalización de la impotencia nace de una mentira, de creer que la historia no puede cambiar”. Frente a ello, pidió que las comunidades cristianas sean “signo vivo de la salvación” en medio de los pobres y agradeció especialmente a los voluntarios y agentes de caridad que “hacen visible la caridad de Cristo en la carne de los pobres”.

En un mensaje cargado de esperanza, el Papa reafirmó que Dios “ama con un amor eterno incluso en nuestra pequeñez” y que la Iglesia desea ser “madre de los pobres, lugar de acogida y de justicia”. Antes de concluir, pidió inspiración en los santos que sirvieron a los necesitados y propuso la figura de San Benito José Labre, conocido como “el vagabundo de Dios”, como ejemplo y patrono de los pobres sin hogar.

“Que la Virgen María nos ayude a entrar en la lógica del Reino —concluyó—, para que en nuestra vida se haga visible el amor de Dios que acoge, perdona y sana”.