En un encuentro con la delegación del proyecto “Custodios de la Belleza”, promovido por la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), el Papa Francisco destacó la importancia de recuperar la auténtica belleza, vinculándola al cuidado de las personas y del entorno. Advirtió sobre la idea errónea de belleza que prevalece en la sociedad actual, la cual está más asociada a criterios hedonistas y comerciales que al desarrollo integral de la humanidad.
El proyecto “Custodios de la Belleza”, impulsado por los obispos italianos, reúne a empresas y entidades públicas con el objetivo de fomentar un modelo de integración social centrado en el trabajo y la belleza como motores de desarrollo económico. Durante la audiencia en la Sala Clementina, el Papa elogió la iniciativa y resaltó que el nombre del proyecto no es solo un eslogan, sino una invitación a una elección de vida, orientada hacia dos grandes objetivos: el cuidado y la promoción de la belleza.
Cuidado: un compromiso comunitario
El Papa subrayó que el verdadero cuidado implica proteger, preservar y defender, y requiere un compromiso constante. Hizo hincapié en que este esfuerzo debe ser comunitario, involucrando a cada persona con sus habilidades y su capacidad de empatía. Francisco destacó la importancia de cuidar no solo el medio ambiente, sino también la dignidad de las personas, especialmente aquellas que son marginadas por la sociedad, como los pobres, migrantes, ancianos y discapacitados.
Revitalizar la belleza en espacios degradados
El pontífice alentó a los participantes del proyecto a restaurar la belleza en áreas abandonadas, priorizando el bienestar de las personas que habitan esos lugares. “Solo así se podrá devolver a la Creación su belleza”, afirmó. Criticó los modelos contemporáneos de belleza, que a menudo llevan a la degradación de la humanidad y de la naturaleza, señalando que la verdadera belleza es sagrada y refleja la obra de Dios, uniendo perfección estética y moral.
Finalmente, el Papa instó a los miembros del proyecto a asumir su papel como cocreadores junto a Dios, restaurando la belleza y la armonía en el mundo, tomando como ejemplo a san José de Nazaret, a quien describió como un “guardián humilde y silencioso” de Jesús. AICA