El Papa Francisco advierte sobre el peligro de los prejuicios en la fe


En la oración del Ángelus de este domingo, el Papa Francisco ofreció una profunda reflexión sobre el impacto negativo de los prejuicios en la vida espiritual. Ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre instó a abandonar la búsqueda de confirmaciones de nuestras convicciones personales en Dios, y en su lugar, a combatir las ideas preconcebidas y mantener la mente abierta.

El Papa comentó sobre el Evangelio del día (Jn 6,41-51), en el que los contemporáneos de Jesús mostraron escepticismo hacia su afirmación de haber «bajado del cielo». Al conocer su origen humilde y su profesión de carpintero, dudaban de que Dios pudiera manifestarse de una manera tan común.

«Se vieron obstaculizados en su fe por su preconcepción de sus orígenes humildes y la presunción de que no tenían nada que aprender de Él», afirmó Francisco, destacando cómo estos prejuicios impidieron el crecimiento espiritual de las personas.

El Santo Padre explicó que los contemporáneos de Jesús, aunque seguían la ley, oraban y ayunaban, lo hacían únicamente para confirmar sus propias creencias. Esta actitud se evidenciaba en su falta de disposición para pedir explicaciones a Jesús, limitándose a murmurar entre ellos y reforzarse mutuamente en sus convicciones.

«Los corazones endurecidos y los prejuicios impiden creer en el Hijo de Dios», indicó el Papa, subrayando la importancia de mantener el corazón y la mente abiertos.

Francisco también advirtió que esta cerrazón puede suceder cuando oramos únicamente para reafirmar nuestras convicciones personales. «La verdadera fe y la oración abren la mente y el corazón, no los cierran», expresó. «Cuando encuentras a una persona que está cerrada en su mente y en su oración, su fe y su oración no son verdaderas».

En su conclusión, el Papa Francisco invitó a los fieles a reflexionar sobre su capacidad de estar verdaderamente en silencio ante el Señor y acoger su voz. «Que María nos ayude a escuchar con fe la voz del Señor y a hacer con valentía su voluntad», finalizó el Santo Padre. AICA