A un año de la asunción de Javier Milei como presidente de la Nación, el obispo de Oberá, Damián Bitar, brindó un análisis sobre la situación política, económica y social de Argentina. En una entrevista reflexiva, Bitar subrayó tanto los logros como los desafíos que enfrenta el gobierno nacional, destacando la necesidad de avanzar con prudencia y en beneficio de los más vulnerables.
Bitar, quien reconoció la legitimidad de la elección de Milei tras una victoria contundente en las urnas, comenzó su análisis recordando que el actual presidente asumió con promesas claras: combatir la inflación, reducir el déficit fiscal y transformar un aparato estatal “elefantiásico”. En este contexto, el obispo afirmó que, a pesar de las dificultades que el país atraviesa, “la mayoría de la población sigue respaldando al gobierno”, destacando el esfuerzo por evitar un colapso económico y social.
“El pueblo decidió un cambio radical”
Al referirse a la llegada de Milei al poder, Bitar explicó que el fenómeno responde a un sistema político y económico agotado que, en su opinión, sumió al país en una crisis de inflación, pobreza y desorden. Para el obispo, los argentinos, en especial los jóvenes, vieron en el “liberal libertario” una alternativa frente al colapso del sistema tradicional. “Fue un cambio a todo o nada”, reflexionó, apuntando a las crisis estructurales, como la corrupción y la falta de oportunidades, como factores decisivos en la elección de Milei.
El desafío de reducir la pobreza y crear trabajo genuino
A pesar de la crisis que heredó el gobierno, Bitar expresó su esperanza de que el país logre salir adelante. Según el obispo, el principal desafío sigue siendo la reducción de la pobreza y la creación de empleo genuino. “¡Que nadie quede excluido de la mesa de los argentinos!”, afirmó, subrayando que la verdadera transformación económica no debe limitarse a la baja de la inflación, sino que debe ir acompañada de un crecimiento sostenido que genere nuevas fuentes de trabajo.
Bitar también destacó la importancia de que el diálogo político sea sincero y sin descalificaciones, recordando que el país lleva años enfrentando problemas complejos. En su visión, el camino hacia un “país normal” requiere de paciencia y prudencia, así como un compromiso con las instituciones, la transparencia y la justicia social.
Desregulación: Una necesidad, pero con responsabilidad
Sobre la política de desregulaciones impulsada por el gobierno, Bitar mostró un apoyo condicionado. El obispo sostuvo que es necesario reducir las normativas que, muchas veces, terminan siendo obstáculos para el desarrollo económico y social, además de alimentar prácticas corruptas. Sin embargo, hizo un llamado a que ninguna desregulación perjudique a los más vulnerables, especialmente a los sectores más necesitados de la sociedad. “Ojalá las desregulaciones no queden en anuncios que después no lleguen a la gente común”, expresó.
El giro cultural y el desafío del pensamiento único
Uno de los puntos en los que Bitar mostró mayor énfasis fue en el giro cultural que la gestión de Milei está promoviendo. El obispo consideró que el freno al avance del progresismo-populista de izquierda, especialmente en temas como el lenguaje inclusivo y la ideología de género, ha sido un alivio para muchos argentinos. Para Bitar, estos movimientos ideológicos, que han ocupado un lugar predominante en la sociedad, representan una “violencia cancelatoria” contra quienes piensan distinto.
“Colocar un límite a ese relato ideológico ha sido positivo”, opinó, refiriéndose al rechazo a las políticas del progresismo que, en su criterio, han tenido efectos perjudiciales en la unidad social y en la convivencia. A su juicio, es necesario retomar un camino de mayor pluralidad y respeto por la diversidad de opiniones.
Preocupaciones sociales y la misión de la Iglesia
Más allá de los temas económicos y políticos, Bitar expresó su profunda preocupación por la situación social del país, especialmente la pobreza extrema que afecta a casi la mitad de la población. Además, mencionó otros factores preocupantes, como la violencia, el aumento de los femicidios, el narcotráfico y el alcoholismo, los cuales, según él, son síntomas de una crisis moral y espiritual más profunda.
En cuanto al rol de la Iglesia en este contexto, el obispo resaltó que la misión de la Iglesia no es política ni partidaria, sino pastoral y evangelizadora. Aseguró que, en tiempos de crisis, la Iglesia está llamada a ser una “casa de todos” y una “hospital de campaña”, al servicio de los más vulnerables. “La Iglesia está para estar cerca de los que sufren, de los marginados y de los excluidos”, afirmó, destacando la labor de Cáritas y de la inmensa red de voluntarios que desde lo cotidiano buscan hacer el bien.
Finalmente, Bitar subrayó la necesidad de construir puentes en la sociedad argentina, promover el diálogo sincero y trabajar por el bien común, sin olvidar a los más necesitados. En un país dividido, la llamada a la fraternidad y la solidaridad se presenta como un desafío urgente, sobre todo ante los retos sociales y económicos que aún persisten.
Desafíos y esperanzas para el futuro
Con una mirada esperanzadora pero realista, el obispo concluyó que, aunque el camino hacia la recuperación será largo, hay razones para ser optimistas. La lucha contra la pobreza, la corrupción y la violencia, sumadas a la necesidad de un proyecto económico que favorezca el trabajo y la dignidad humana, son las grandes tareas que quedan por delante para el gobierno de Javier Milei y para toda la sociedad argentina.