En un reciente intercambio entre el periodista Eduardo Feinmann y Alberto Sileoni, director general de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, se generó un intenso debate que pone sobre la mesa una cuestión de suma relevancia: la educación sexual en las escuelas, el uso de ciertos materiales y el enfoque con que se abordan temas complejos como la sexualidad y las relaciones humanas.
Feinmann cuestiona con severidad que en las escuelas públicas de Buenos Aires se dispongan textos que contienen fragmentos “aberrantes”. La referencia específica a ciertos pasajes explícitos en obras literarias como “Cometierra” plantea dudas legítimas sobre la idoneidad de estos contenidos para adolescentes, en especial aquellos de edades más tempranas. En efecto, la sociedad tiene derecho a preguntarse si ciertas temáticas, expresadas con lenguaje y detalles crudos, son adecuadas para el entorno escolar y si contribuyen de manera positiva a la formación de los jóvenes.
Sileoni, por su parte, argumenta que el contenido discutido es “parte de una colección literaria disponible en las bibliotecas escolares y destinada al trabajo en equipo docente, no al acceso directo de los estudiantes”. Recalca, además, la intención pedagógica de tales textos y defiende su uso como un recurso para hablar de temas que, en ocasiones, se tratan con tabú en casa o en la misma escuela. Según el funcionario, “estos materiales no buscan exponer a los niños a escenas inadecuadas, sino abrir un espacio de diálogo y reflexión en el marco de una educación integral”. Aunque quien escribe este artículo, viendo las imágenes del libro, difiere de Sileoni.
Uno de los cuentos para “estudiantes de inicial y primaria (Primer ciclo)”, es decir niños de 4 a 7 años, se titula “Rey y Rey”, y es una suerte de recreación de la Cenicienta. Trata de “las peripecias de un príncipe apremiado por su familia a elegir esposa”, pero que “ve pasar decenas de princesas y ninguna le convence hasta que aparece una con su hermano”, y entonces el príncipe “se enamora del joven, siendo correspondido”
El debate sobre la educación sexual es necesario y urgente, especialmente en una época en la que los jóvenes están más expuestos que nunca a contenidos explícitos en internet y otros medios. La educación sexual es, sin duda, una herramienta fundamental para prevenir abusos, embarazos no deseados y para enseñar a los jóvenes sobre sus cuerpos y relaciones. Sin embargo, una cosa es proporcionar una educación sexual adecuada y otra, muy distinta, es presentarles materiales que pueden resultar inapropiados en términos de madurez y de su capacidad de comprensión.
El verdadero desafío es encontrar un equilibrio entre una educación sexual que permita a los jóvenes entender y cuidarse, y el respeto por los valores de sus familias y de la sociedad en la que viven. Es vital que este debate continúe y construir una educación que respete la integridad y la inocencia de nuestros jóvenes sin caer en la imposición de ideologías divisorias.
Con información de Infobae