Domingo de Ramos


El Domingo de Ramos, que este año se celebra el 13 de abril, marca el comienzo de la Semana Santa, el período más importante del calendario cristiano.

Esta jornada conmemora la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, cuando fue recibido por una multitud que lo aclamó con entusiasmo, agitando ramas de palma y olivo mientras gritaban “¡Hosanna al Hijo de David!”.

Este episodio, narrado en los cuatro Evangelios, tiene un profundo significado simbólico. Jesús entra en la ciudad montado en un burro, gesto que representa humildad y paz, en contraste con la figura de un líder militar que llegaría a caballo. Con esta acción, se presenta como un Mesías que viene a servir, no a conquistar, y que inaugura los acontecimientos que lo llevarán a la cruz y, finalmente, a la resurrección.

Millones de cristianos alrededor del mundo celebran este día con procesiones y liturgias especiales. En la tradición católica, los fieles acuden a misa portando ramos de palma, olivo u otras plantas locales, que son bendecidos al inicio de la celebración.

En muchas parroquias se realiza una procesión solemne que recrea la escena bíblica, y se entonan cantos como el “Hosanna”, evocando la alegría del pueblo que reconoció a Jesús como el Mesías.

El Domingo de Ramos no es solo una celebración festiva, sino también el umbral hacia el misterio más profundo de la fe cristiana: la Pasión y Resurrección de Cristo.

La liturgia de este día muestra cómo la gloria humana puede ser pasajera, mientras que el verdadero triunfo se alcanza a través del amor, la entrega y el sacrificio.

Tras la bendición de los ramos, se proclama la Pasión del Señor —una lectura dramatizada de los últimos momentos de la vida de Jesús— que introduce a los fieles en un clima de reflexión y recogimiento. Aunque en otras tradiciones cristianas se enfatiza principalmente el relato de la entrada en Jerusalén, el sentido de la jornada es común: preparar el corazón para vivir con profundidad el misterio pascual.

Así, el Domingo de Ramos se convierte en una puerta de entrada y la esperanza de la Semana Santa, un tiempo para renovar la fe, reflexionar sobre el sacrificio de Jesús y prepararse espiritualmente para celebrar su resurrección.