Este lunes, en el programa Caminando juntos de Radio Tupa Mbae, el Padre Alejandro Cañete conversó con el Presbítero Leonardo Cuenca, Asesor Diocesano del movimiento “Convivencia con Dios”, sobre el impacto y crecimiento de esta comunidad de oración y apostolado dentro de la diócesis de Posadas.
“Convivencia con Dios es un movimiento relativamente nuevo dentro de la vida de la Iglesia, pero de gran fuerza y expansión. Ya está presente en varias diócesis, y aquí en Posadas trabajamos de la mano de su fundador, el Padre Alberto Ibáñez Padilla SJ (1927-2015), quien actualmente está en proceso de canonización», explicó el Padre Cuenca durante la entrevista.
El movimiento, que nació hace más de 40 años, está diseñado principalmente para laicos, aunque cuenta con el acompañamiento de sacerdotes. A través de retiros y convivencias, busca fortalecer la espiritualidad de sus miembros, combinando oración, apostolado y vida cotidiana. Según Cuenca, esta comunidad fue clave en su propio llamado a la vocación sacerdotal.
El Padre Cuenca compartió su experiencia personal al unirse a este movimiento en su juventud, destacando cómo las convivencias lo ayudaron a encontrar su camino dentro de la Iglesia. «Le debo gran parte de mi vida sacerdotal a Convivencia con Dios. Es un espacio que transforma, que te lleva a vivir la espiritualidad de manera activa y contemplativa, en la ciudad y en la vida cotidiana», señaló.
La propuesta de la comunidad es una escuela espiritual que, a través de sus convivencias de seis días, invita a los participantes a profundizar en su relación con Dios. Estas convivencias están estructuradas de manera progresiva, comenzando con la «Convivencia con Cristo», que ofrece una visión integral de la salvación. Luego, los participantes continúan su camino con convivencias dedicadas a figuras bíblicas como San Pablo, San Pedro y la Virgen María, con el objetivo de desarrollar una vida contemplativa que se traduce en un servicio activo al prójimo.
En cuanto a los retiros programados, Cuenca mencionó que, a lo largo del año, se ofrecen distintas convivencias, siendo las más destacadas las que se realizan durante las vacaciones de verano, entre enero y febrero. Durante ese período, los participantes tienen la oportunidad de realizar el retiro completo de seis días, que es la principal actividad del movimiento.
En la actualidad, la comunidad de “Convivencia con Dios” tiene presencia en varias ciudades, incluyendo provincias como Buenos Aires y Misiones, y se está expandiendo internacionalmente. Además, ha sido reconocida por la Iglesia, con la aprobación de obispos en diversas diócesis, lo que le permite continuar su misión de evangelización y acompañamiento espiritual.
A lo largo de la conversación, Cuenca destacó la importancia de la integración de la vida espiritual con las necesidades sociales. Citando al Papa Francisco, explicó que uno de los principales desafíos para los cristianos es equilibrar la vida de oración con la acción caritativa y el servicio al prójimo. «Es fundamental ser contemplativos en medio de la ciudad, siendo los ojos y las manos de Dios en nuestro entorno», concluyó.
Para aquellos interesados en participar de las convivencias, Cuenca invitó a los oyentes a acercarse a las parroquias locales, donde se ofrecerán inscripciones y más información sobre los próximos retiros programados para este verano.
Las convivencias a tener en cuenta:
La entrevista dejó claro que, más allá de ser un espacio de crecimiento personal, “Convivencia con Dios” es un llamado a vivir la fe de manera activa, incorporando la oración y el servicio a los demás en la vida diaria. Un camino espiritual accesible para todos, que invita a hacer de la vida cotidiana un acto de unión con Dios.
¿Qué son las convivencias con Dios?
Las convivencias con Dios son retiros espirituales intensivos que se desarrollan a lo largo de seis días, en los que se busca un proceso de maduración y formación cristiana integral. Durante este tiempo, los participantes tienen la oportunidad de descubrir su misión dentro de la Iglesia y la sociedad, a través de una experiencia tanto personal como comunitaria. En este ambiente, se superan las diferencias de edad, sexo, cultura, origen, condición religiosa y económica, favoreciendo la unidad y el crecimiento espiritual de cada individuo.
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