La nadadora de 30 años finalizó octava en una de las semifinales de la especialidad con un tiempo de un minuto.
Macarena Ceballos se quedó a las puertas de la final de los 100 metros pecho de la natación de París. Pese a ello, la suya fue la mejor actuación de una nadadora argentina en Juegos Olímpicos de las últimas dos décadas.
La nadadora de 30 años finalizó octava en una de las semifinales de la especialidad con un tiempo de un minuto, siete segundos y 31 décimas el sábado en la Arena de La Defense. La marca fue menor a la que había registrado en la preliminar.
Su carrera tenía varios tildes, entre Juegos Panamericanos y Sudamericanos y mundiales de natación, pero nunca el gran escenario.
Un ángel tatuado en el hombro izquierdo operado la empujó a no resignarse y, cerca de cumplir los 30 años, la nadadora argentina se clasificó a París y estuvo a un paso de una final olímpica.
“Conforme, obvio que cuando había pasado la semi dije: ‘listo, ahora quiero una final’. Así es el deporte individual. Tengo sensaciones raras”, expresó la argentina con la voz entrecortada, con un semblante diferente al exultante de la mañana.
“Entrené mucho más de lo que di. Ya está. Me jugué el pase de igual a igual, creí que podía ser finalista olímpica y pelee hasta donde me dio”, acotó.
En la preliminar, Ceballos había marcado un tiempo de un minuto, seis segundos y 89 milésimas. “El deporte siempre da revancha”, enfatizó la nadadora, que el miércoles disputará los 200 metros pecho.
Ceballos puede considerarse una veterana de la natación, con un largo recorrido y varias medallas en torneos continentales. Pero nunca alcanzaba la marca necesaria para llegar a los Juegos Olímpicos.
Esa meta se alejó todavía más en 2019, cuando una lesión en la articulación del hombro izquierdo, que en un principio prefirió no operarse, afectó seriamente su competitividad. Finalmente, fue al quirófano en 2021.
“Fue la mejor decisión. Desde ahí cambié yo, cambió mi cabeza. Si bien tengo 29, me siento de 18”, contó en la zona mixta tras competir. En 2023 consiguió la anhelada marca olímpica en el Mundial de Fukuoka, Japón.
Más allá del trabajo de su equipo, Ceballos atribuyó el salto en su rendimiento a su mamá Liliana, fallecida cuando tenía 12 años. A ella está dedicado el tatuaje con la palabra Ángel en el mismo hombro lesionado. “El ángel que lo cuidaba era mi mamá Liliana. Es mi ángel, que me protege”, se emocionó.