Catequesis del Papa: la verdadera felicidad reside en la moderación


En la audiencia general de este miércoles, el Papa Francisco profundizó en la temática de la templanza como la cuarta virtud cardinal, destacando su importancia en la búsqueda de la felicidad genuina.

El Santo Padre dirigió su catequesis a miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, continuando así su serie de reflexiones sobre virtudes y vicios, donde resaltó el propósito ancestral de estos valores en la consecución de la felicidad.

La virtud de la templanza, según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), se define como “la virtud moral que modera la atracción de los placeres y proporciona equilibrio en el uso de los bienes creados”. Francisco subrayó que esta virtud implica el dominio de la voluntad sobre los instintos, manteniendo los deseos dentro de límites honorables.

En su enseñanza, el Pontífice recordó las reflexiones de Aristóteles sobre la enkráteia, o “poder sobre uno mismo”, resaltando así la capacidad de autodominio como aspecto central de la templanza. Destacó que esta virtud implica saber disfrutar con criterio en medio de los impulsos, evitando la voracidad que puede conducir al aburrimiento.

Francisco enfatizó la importancia de conocer la medida justa en todas las acciones y palabras, evitando tanto el exceso como la carencia. Subrayó que la persona templada sabe sopesar las palabras y dosificarlas bien, reconociendo el momento oportuno para hablar y el momento de callar.

Asimismo, el Papa advirtió sobre la necesidad de manejar la ira con prudencia, reconociendo que en ocasiones es necesario expresarla de manera justa y constructiva. Destacó que la persona templada no teme corregir cuando es necesario, comprendiendo que una palabra de reprimenda puede ser más saludable que un silencio resentido.

En un mundo donde los extremos parecen predominar, el Papa Francisco destacó que la templanza es un don precioso y raro, capaz de mantener un equilibrio entre principios absolutos y comprensión hacia los demás. Concluyó afirmando que esta virtud, lejos de restarle alegría a la vida, permite disfrutar mejor de sus bienes, combinando armónicamente con los valores del Evangelio.

Con esta enseñanza, el Sucesor de Pedro invitó a todos los fieles a cultivar la virtud de la templanza como camino hacia una vida plena y feliz, guiados por la medida justa en todas las cosas. Con información de AICA