Compartimos la Carta dominical, escrita por el Obispo de la Diócesis de Posadas para este domingo 22 de octubre.
En la misiva, Mons. Martínez indica que «este 22 de octubre es un día especial para los argentinos y para la vida democrática ya que se realizan las elecciones generales». A su vez comenta que «en todas las misas de este domingo, pondremos una petición especial rezando la «Oración por la Patria» en la que decimos que «queremos ser Nación»
Luego el obispo recuerda que «durante este mes de octubre en la diócesis también rezamos especialmente por las familias» y al respecto explica que «la Iglesia es familia de familias, constantemente enriquecida por la vida de todas las iglesias domésticas. Por lo tanto, en virtud del sacramento del matrimonio cada familia se convierte, a todos los efectos, en un bien para la Iglesia».
Por último y después señalar que «en algunos sectores más ligados a formas de poder o sectores con ciertas ideologías se percibe un cierto desprecio insólito por la maternidad» y que «se la ve como un problema y no como un don de Dios», enfatiza en que «nuestro pueblo sencillo que tiene gran sensatez y sentido común vive el valor de la familia aún en su diversidad y valora la maternidad». Y que «sin dudas, esto es un fuerte signo de esperanza».
La Carta completa:
«EL DON DE LA FAMILIA»
Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas,
para el 29° domingo durante el año
[22 de octubre de 2023]
Este domingo 22 de octubre es un día especial para los argentinos y para la vida democrática ya que se realizan las elecciones generales. Desde ya que en todas las misas de hoy pondremos una petición especial rezando la «Oración por la Patria» en la que decimos que «queremos ser Nación». Encomendaremos al Señor la responsabilidad ciudadana que tenemos al votar teniendo la conciencia que estamos decidiendo qué futuro queremos tener.
Durante este mes de octubre en la diócesis también rezamos especialmente por las familias. Siempre hemos considerado el tema de la familia como una clave de la Evangelización. Su importancia está dada desde múltiples perspectivas: humana, social, cultural y, obviamente también, religiosa.
Es importante considerar el movimiento eclesial en el que con alegría estamos revisando todos los desafíos que se nos presentan y las respuestas pastorales que procuramos dar. El Papa Francisco, después de dos sínodos, nos regaló la Exhortación Apostólica «Amoris Laetitia» que nos llevó, en cada diócesis, a plantearnos cómo anunciar más adecuadamente el valor y el gozo de la familia. Es necesario reflexionar sobre cómo planteamos mejor los vínculos del matrimonio y de la familia, cómo mejorar nuestra pastoral y cómo acercarnos a tantos que viven situaciones complejas, acompañándolos, discerniendo situaciones y buscando integrarlos en un discipulado eclesial que a todos nos permite experimentar el amor misericordioso de Dios que es Padre.
El Papa Francisco nos recuerda que «con íntimo gozo y profunda consolación, la Iglesia mira a las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio, agradeciéndoles el testimonio que dan y alentándolas. Gracias a ellas, en efecto, se hace creíble la belleza del matrimonio indisoluble y fiel para siempre. En la familia, que se podría llamar iglesia doméstica, madura la primera experiencia eclesial de la comunión entre personas, en la que se refleja, por gracia, el misterio de la Santa Trinidad. Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida.
La Iglesia es familia de familias, constantemente enriquecida por la vida de todas las iglesias domésticas. Por lo tanto, en virtud del sacramento del matrimonio cada familia se convierte, a todos los efectos, en un bien para la Iglesia. En esta perspectiva, ciertamente también será un don valioso, para el hoy de la Iglesia, considerar la reciprocidad entre familia e Iglesia: la Iglesia es un bien para la familia, la familia es un bien para la Iglesia. Custodiar este don sacramental del Señor corresponde no sólo a la familia individualmente sino a toda la comunidad cristiana» (AL 86-87)
El domingo pasado hemos celebrado el día de la Madre. Nuestra gente, nuestro pueblo celebra con mucha alegría el don de la maternidad. La maravillosa capacidad dada por Dios a la mujer y al varón de procrear y el don de ser madre que siempre dignifica a una mujer.
Lamentablemente también hay que señalar que en algunos sectores más ligados a formas de poder o sectores con ciertas ideologías se percibe un cierto desprecio insólito por la maternidad. Se la ve como un problema y no como un don de Dios. Ponen asombrosamente en oposición los derechos de la mujer versus los derechos del niño, sobre todo de los niños por nacer.
Por el contrario, nuestro pueblo sencillo que tiene gran sensatez y sentido común vive el valor de la familia aún en su diversidad y valora la maternidad. Sin dudas, esto es un fuerte signo de esperanza.
Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo Domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas