Arranca en Roma el Jubileo de los Misioneros Digitales e Influencers Católicos


El lunes 28 de julio se inauguró en Roma el primer Jubileo de Misioneros Digitales e Influencers Católicos, un evento histórico que reúne a más de un millar de evangelizadores digitales de unos 75 países. Coincidiendo con los preparativos del Jubileo de los Jóvenes, este encuentro inédito busca reflexionar sobre cómo anunciar la fe en la era de las redes sociales. La jornada inicial tuvo lugar en la mañana, en el Auditorium della Conciliazione cerca de la Plaza de San Pedro, tras la celebración de Misas en varias parroquias romanas. Al evento asistieron aproximadamente 1.700 participantes, entre jóvenes influencers, religiosos y comunicadores católicos, todos unidos por la misión de evangelizar en el mundo digital.

Un encuentro histórico en clave digital

El ambiente en el auditorio era de entusiasmo y camaradería, con móviles en alto para grabar a influencers y misioneros digitales que se conocían en persona o planificaban colaboraciones futuras. La variedad de idiomas reflejaba la diversidad global de los asistentes, por lo que el público se organizó por sectores lingüísticos. En el escenario, los principales impulsores vaticanos de esta iniciativa dieron la bienvenida: el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado; monseñor Rino Fisichella, Proprefecto del Dicasterio para la Evangelización; Paolo Ruffini, Prefecto del Dicasterio para la Comunicación; y monseñor Lucio Adrián Ruiz, Secretario de este último dicasterio. Monseñor Ruiz abrió la sesión con un saludo de bienvenida en nombre de la Iglesia, agradeciendo la presencia “también en nombre de quienes no han podido estar aquí” y destacando que “somos una Iglesia misionera y peregrina”, siempre en salida hacia las periferias, incluso las digitales. Ruiz valoró la “tremenda” generosidad de los evangelizadores presentes y pidió “perdón… por todo lo que no salga perfecto”, animando a que este encuentro ayude a superar límites en la misión. Concluyó su intervención con un llamado urgente a la unidad dentro de la Iglesia digital: “Cuidemos la unidad. No vayamos nunca los unos contra los otros”.

Parolin: «Renovar el ambiente digital»

Ideas clave del Jubileo de los Influencers: testimonio, calidad técnica y  comunión

El cardenal Pietro Parolin inauguró las ponencias reflexionando sobre los rápidos cambios que trae el mundo de Internet. Subrayó que la Iglesia enfrenta no simplemente un avance tecnológico, “lo que estamos viviendo no es un cambio tecnológico, sino un cambio de época”, un tiempo nuevo que transforma la percepción del tiempo y las relaciones humanas. Por ello —indicó— la Iglesia debe “discernir cómo ofrecer el Evangelio con discernimiento y creatividad” en estos entornos. Parolin recordó que la Iglesia siempre ha optado por “estar en el mundo, sin ser del mundo”, y que no puede permanecer pasiva ante los cambios sociales que trae la tecnología. Insistió en que evangelizar no se reduce a técnicas o estrategias prefabricadas, sino a garantizar una presencia profundamente humana en lo digital. Ser misionero en las redes, afirmó, «significa asumir el ritmo, las heridas, las preguntas y las búsquedas de quienes habitan este espacio, sin ceder al anonimato, la superficialidad o las tentaciones de protagonismo». En otras palabras, la mayor aportación cristiana al entorno digital es una visión relacional de la persona, tratándola como imagen de Dios, con auténticos encuentros más que discursos y priorizando la verdad sobre lo simplemente agradable. Citando ejemplos recientes, recordó que en la JMJ de Panamá 2019 el Papa llamó a María “la influencer de Dios”, y que más tarde el Papa León XIV subrayó que lo importante no es la cantidad de datos disponibles sino el sentido de la vida. El gran desafío, concluyó Parolin, es precisamente “renovar el ambiente digital” para que sea espacio de comunicación de fe y humanidad auténtica.

Fisichella: redescubrir el silencio y el testimonio

Por su parte, mons. Rino Fisichella enfatizó la dimensión relacional de la evangelización digital. “Cuando hablamos de evangelización, solemos centrarnos en los contenidos y olvidamos quién evangeliza y quién es evangelizado”, advirtió al iniciar su conferencia, recordando que el Evangelio se transmite de persona a persona. En línea con esa idea, actualizó una célebre frase de San Pablo VI de 1975: “el mundo de hoy no escucha a los influencers, escucha a los testigos; y si escucha a los influencers es porque son testigos”. Con estas palabras, Fisichella subrayó que la credibilidad del mensaje cristiano en redes no proviene del título de influencer sino de la autenticidad de vida de quien comunica. Asimismo, destacó la necesidad de redescubrir el valor del silencio en medio del ruido digital —“por más paradójico que suene”— como condición para una escucha auténtica. Solo cultivando silencio y escucha profunda se pueden comprender de verdad las emociones y búsquedas del otro. El arzobispo invitó a los evangelizadores a no caer en la tentación de juzgar con nostalgia el mundo actual (“decir que todo era mejor cuando nosotros éramos jóvenes… es un error”, previno), sino a acoger sin prejuicios las nuevas formas de comunicación con el corazón abierto. Fisichella reconoció el mérito de estos evangelizadores digitales que “habéis logrado haceros un espacio” en la cultura contemporánea, algo que es motivo de esperanza para la Iglesia. En definitiva, pidió ser instrumentos humildes de la gracia, recordando con San Pablo VI que el mundo escucha más a testigos que a maestros: hoy, incluso en Internet, el testimonio auténtico es lo que llega al corazón de las personas.

Ruffini: «Nunca convertir la comunidad en público»

El prefecto de Comunicación, Paolo Ruffini, aportó una reflexión centrada en la identidad comunitaria de la Iglesia en tiempos digitales. “Somos peregrinos de una esperanza que trasciende”, declaró al comenzar, reconociendo que “vivimos una época difícil” marcada por tensiones y paradojas. Sin embargo —añadió—, “la Iglesia era ‘red’ mucho antes de que la red fuera web”, enfatizando que la comunidad eclesial ya funcionaba como red de personas unidas por la fe mucho antes de la existencia de las redes informáticas. Frente a un mundo hiperconectado pero a veces fragmentado, desinformado y aislante, Ruffini enumeró desafíos actuales como la difusión de noticias falsas, la polarización y la soledad de muchos individuos. Observó que vivimos en “tensión constante entre el sinsentido y la búsqueda de sentido, entre el miedo a perdernos algo y el deseo de encontrar algo; entre el scrolling infinito y el encuentro verdadero”. Ante esta realidad, “no podemos quedarnos quietos ni refugiarnos con nostalgia en otro tiempo”, advirtió Ruffini, “tenemos el deber de actuar, aquí y ahora”, con humildad y asumiendo nuestra responsabilidad evangelizadora. El prefecto insistió en que la Iglesia debe apostar por la formación y la alfabetización digital de todos sus miembros para habitar los nuevos entornos con conciencia y responsabilidad. Sobre la relación entre influencers y seguidores, propuso inspirarse en el paradigma evangélico del “Ven y sígueme”: transformar a los followers en amigos y discípulos, dando “un significado más profundo a la palabra amistad” en el contexto digital. De este modo, la comunidad eclesial en red se concibe no como un conjunto de espectadores pasivos, sino como familia de fe. Ruffini hizo una fuerte advertencia contra la tentación de mercantilizar las relaciones en Internet: “Nunca separarnos. Nunca convertir la comunidad en público, ni al público en mercancía. Porque, si lo hacemos, acabamos siendo mercancía también nosotros”. Para él, la Iglesia debe resistir la lógica consumista que reduce incluso la cultura a un producto, y en cambio fomentar una cultura de comunión donde “nadie se salva solo” y Cristo es el centro. Solo así la verdad de un encuentro podrá ofrecer al mundo una alternativa al vacío individualista.

Ruiz: «Cuidemos la unidad»

Imagen

El secretario del Dicasterio de Comunicación, mons. Lucio Adrián Ruiz, quien había dado la bienvenida inicial, también compartió una breve exhortación. Con tono afectuoso agradeció la entrega generosa de tantos evangelizadores digitales –una entrega que calificó de “tremenda, en su sentido más profundo”– y les dio las gracias por su servicio en nombre de toda la Iglesia. Recordó que el Señor Jesús nos envía a todos a predicar: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura”, mandato que sigue vigente también en la era digital. En este contexto, explicó un neologismo querido por el Papa Francisco: “samaritanear”, que significa hacerse prójimo del que sufre, atender su dolor y cuidarlo como el Buen Samaritano, “porque la atención al sufrimiento del otro es clave en la misión, ya que hace presente la misericordia de Dios”. Monseñor Ruiz enfatizó que el objetivo de la Iglesia en Internet no es simplemente generar contenidos, sino propiciar encuentros transformadores: levantar al caído, dar esperanza al que busca sentido y custodiar el valor del primer anuncio del Evangelio. Para finalizar, dejó a los presentes una consigna clara de comunión eclesial: “Cuidemos la unidad. No vayamos nunca los unos contra los otros”, subrayando la importancia de caminar juntos y evitar divisiones en la misión digital.

Spadaro: «No les pido que brillen, sino que ardan»

El jesuita Antonio Spadaro, conocido comunicador y subsecretario del Dicasterio para la Cultura y la Educación, aportó una visión profundamente espiritual sobre la presencia cristiana en las redes. En su intervención titulada “Id… hasta los confines digitales”, invitó a los presentes a redescubrir el sentido profundo y trascendente de evangelizar en Internet. No se trata, explicó, de una mera estrategia de comunicación, sino de brindar un testimonio vivo y auténtico. “No les pido que brillen, sino que ardan”, afirmó Spadaro, exhortando a los misioneros digitales a ser fuego que calienta, ilumina y acompaña en el mundo virtual. Siguiendo la invitación del Evangelio, les animó a ir “hasta los confines del mundo virtual” para proclamar “un Evangelio verdadero”, sin temor a atravesar las fronteras de Internet para llevar allí la Buena Nueva. Spadaro destacó que la web no es solo un medio, sino un lugar real que hay que habitar con fe y cercanía humana. En ese sentido, advirtió que los algoritmos podrán conocer datos y tendencias, “pero no el alma” de las personas; por eso, la verdadera influencia nace del amor, no del rendimiento. El centro de la misión digital no es crear una base de fans, sino construir fraternidad; no perseguir “likes”, sino generar vínculos auténticos entre las personas. En una época dominada con frecuencia por reacciones instantáneas y polémicas virales, el reto –según Spadaro– es comunicar con compasión y visión, manteniéndose siempre humanos y “arraigados” en Dios, capaces de encender esperanza en los corazones. Para ello, la Iglesia digital necesita más testigos que técnicos, es decir, cristianos cuyo testimonio hable más que su pericia. Spadaro concluyó pintando el perfil de ese evangelizador en red ideal: “Perfiles que transpiren misericordia. Palabras que no impongan, sino que acojan”. En suma, su mensaje fue un llamado a inflamar el mundo digital con la caridad y la auténtica alegría del Evangelio, en lugar de conformarse con brillar superficialmente.

Actividades de la tarde y cierre de la jornada

Tras las conferencias de la mañana, el Jubileo continuó con dinámicas participativas. Por la tarde, los asistentes se reunieron para compartir experiencias y reflexiones. La primera mesa, a primera hora de la tarde, permitió a evangelizadores de distintos países intercambiar testimonios sobre la misión digital en sus contextos locales, tanto de forma presencial como en línea. La segunda mesa, celebrada más avanzada la tarde, estuvo dedicada a los “santos influencers de Dios”, destacando modelos de santidad y evangelización en la historia que inspiran la labor en las redes. Después de cada panel, hubo tiempo para trabajos en grupo, fomentando la colaboración e ideas prácticas entre los participantes. Al caer la noche, el Jubileo dio paso a la oración: el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga guió una oración de la tarde, y a las 21:30 el cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid, presidió una adoración eucarística seguida de liturgia penitencial. De esta manera concluyó la intensa primera jornada del Jubileo de Influencers, centrándose en la oración y la reconciliación comunitaria.

El evento, que se desarrolla a lo largo de dos días, concluye el martes 29 de julio con nuevas actividades formativas y una misa de envío para estos misioneros digitales. La primera edición de este Jubileo ha puesto de relieve que la Iglesia quiere escuchar al mundo digital sin caer en la superficialidad, alentando a los influencers católicos a ser testigos ardientes de la fe en las redes. Como se vio en esta jornada inaugural, la invitación es a no temer los nuevos areópagos digitales, sino a habitarlos con creatividad, autenticidad y espíritu fraterno, para que Internet se transforme en una verdadera comunidad de esperanza.

Fuentes: Vatican News; Religión en Libertad.