En el fútbol. En el básquet. En el tenis. En el vóley. En el handball. Argentina-Brasil es un clásico que trasciende el deporte, la competencia o la instancia. Que se acostumbró a tener a los mejores del mundo. A los Pelé. A los Maradona. A los Ronaldo. A los Messi. Sin embargo, en los 4tos. de final de la Copa del Mundo Sub 17, el ancho de espadas estuvo del lado argentino: Claudio Jeremías Echeverri. El Diablo (¿qué Diablito?) tuvo su noche consagratoria en Yakarta y se despachó con tres golazos ante la Canarinha para poner a la Selección entre los mejores cuatro del planeta.
Ante Brasil, Placente fue a lo seguro y apostó por el 4-2-3-1 que le dio resultado a lo largo de todo el Mundial de Indonesia. El equipo estuvo conformado por Jeremías Florentín en el arco; Dylan Gorosito, Juan Giménez, Tobías Palacio y Octavio Ontivero en la defensa; Valentino Acuña y Mariano Gerez en el doble cinco; Santiago López, Claudio Echeverri e Ian Subiabre por delante; mientras que Agustín Ruberto fue el centrodelantero.
La idea no se negoció: mantener la posesión de la pelota, ahogar al rival en su propio campo y llegar a zonas de peligro gracias al desequilibrio de sus atacantes. La Selección logró su cometido desde el primer minuto, con una actitud dominante, sin especular, conservando la pelota y forzando errores. De esta manera, Brasil se vio reducido a jugadas esporádicas, a ataques directos, a remates desde afuera del área.
Pese a que Argentina logró manejar el trámite, Brasil tuvo varias llegadas: Estevao, Rayan, Dudu y Camilo probaron desde lejos, aunque no causaron daños para un Florentín bien plantado. Del otro lado, la Selección comenzó a crecer y crecer, de la mano de un Echeverri que se enchufó en el partido a partir de la mitad del PT. Guapo, valiente, intratable, desequilibrante, con la pelota pegadita al empeine derecho. Una vez que el 10 de River entró en el partido, se terminó.
Primero, ejecutó un tiro libre que pasó muy cerca del palo. Después, encontró el espacio libre a la espalda de los volantes centrales de Brasil, eludió a Da Mata en ¾ y sacó un remate fuerte que tuvo destino de gol. Para la buena fortuna de la Selección, el disparo se desvió en Víctor Nunes y se volvió imposible de contrarrestar para el arquero Philipe Gabriel. Un justo 1-0, autografiado por el mejor futbolista de esta Copa del Mundo.
A pesar de la ventaja, la Selección no se durmió en los laureles, no se acomodó en la ventaja y continuó dominando el trámite a partir de la tenencia. Con paciencia, juntando pases, fue tejiendo una goleada que se terminó concretando gracias a las últimas puntadas del Diablito. A los 57’, Echeverri dominó la pelota en velocidad sobre la mitad de la cancha, eludió a dos hombres, entró al área y definió cruzado. Con el 2-0, su trabajo estaba hecho. Pero había lugar para una pincelada más: a los 70’, Ruberto lo dejó mano a mano con el arquero, el Diablo lo eludió y firmó su hat-trick.
El 3-0 de la Selección lo depositó entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo. Sin embargo, su valor también radica en la madurez que han tenido, desde el Sudamericano Sub 17 hasta la actualidad. Incluso, en el propio Mundial. No arrancó de la mejor manera ante Senegal (1-2), pero supo reponerse rápido ante Japón (3-1) y alcanzó velocidad crucero: 4-0 a Polonia, 5-0 a Venezuela en 8vos. y 3-0 a Brasil en 4tos. En una época en la que la Albiceleste ha ratificado su dominio ante Brasil (le acaba de ganar 1-0 en el Maracaná), Echeverri, con la 10 en la espalda, firmó una de las páginas más gloriosas del clásico mundial. Alemania, el martes, será otra historia…
Fuente: Olé