“Los océanos tienen fiebre”, dijo Carlos Del Castillo, jefe del Laboratorio de Ecología Oceánica de la NASA. El mes pasado se batió el récord de altas temperaturas, según las agencias climáticas de EEUU y Europa.
Las sofocantes temperaturas que vienen afectando a diversas zonas del mundo obedecen a que la corriente cálida del Pacífico no esperó al segundo semestre de 2023 y potenció el recalentamiento por el cambio climático.
El lunes 3 de julio, cuando la temperatura global promedio alcanzó los 17,01 grados Celsius, superando el récord de agosto de 2016 de 16,92 grados, fue el día más caluroso a nivel mundial.
Así lo informaron los Centros Nacionales de Pronóstico Ambiental de Estados Unidos.
En Francia, España Bélgica, Países Bajos, el Reino Unido, Italia y Alemania, donde mató a cientos de personas e incendió frondosos bosques, las autoridades se vieron obligados a declarar estado de emergencia.
En el sur y el suroeste de EEUU pueden dar fe de la cocina a fuego lento que les está provocando la quema de combustibles fósiles y los científicos de la NASA lo corroboran en sus estudios.
La Conferencia sobre Cambio Climático (COP27), en Egipto en 2022, no contó con los países más comprometidos y el acuerdo de parís (2016) fue una mera fachada y cuestión de imagen.
Las conclusiones conjuntas del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo indican que no son los países más contaminantes los que pagan el costo de la factura ambiental.
Por ejemplo, Pakistán, que tiene 140 millones de habitantes y es uno de los más pobres del mundo, aporta poco a las emisiones históricas de gases de efecto invernadero.
Pero aún así fue testigo de las inundaciones ocurridas en el 2022 que causaron al menos 1,600 muertes y dejaron pérdidas por más de 10,000 millones de pesos americanos.
La factura de la Naturaleza no tardó en en llegar anticipadamente al Hemisferio Sur, ya que durante marzo no solo tuvieron lugar los registros históricos de las temperaturas máximas, sino también de las mínimas, según informes del Servicio Meteorológico Nacional.
En CABA, por ejemplo, el 11 de marzo se cruzó durante por 12 días consecutivos el umbral de temperatura máxima de ola de calor (32,3 °C).
Por segunda vez en el mes se alcanzó el récord absoluto para marzo (38°C). Como nunca antes, el verano en Argentina había acumulado ocho olas de calor. Las perspectivas no son nada halagüeñas para el próximo.
En jornadas como la de hoy, en pleno invierno, el termómetro llega a los 25° y los pronósticos apuntan a que se trata nada más que de un aperitivo al verano más que tórrido que se avecina y que pondrá a prueba la resistencia del sistema eléctrico nacional.
La fiebre de El Niño
Los institutos especializados coinciden en que la corriente marina de El Niño vuela de fiebre en el océano y potencia al cambio climático.
Pero además El Niño, el patrón climático natural del Pacífico tropical que eleva la temperatura de la superficie del mar por encima de la media e influye en el tiempo, no ha hecho más que empezar en los últimos meses, por lo que aún no está teniendo un gran impacto en el calor extremo que está sufriendo la población mundial este verano, según dijo Gavin Schmidt, climatólogo y director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, y publica el sitio de CNN.
Y advirtió que si esto va a continuar es porque se siguen introduciendo gases de efecto invernadero en la atmósfera. Hasta que se deje de hacerlo, las temperaturas seguirán subiendo.
En un estudio de Bill Gates (2021) se muestra que el 31% de estos gases son emitidos desde las fábricas, mientras que un 27% provienes del consumo de energía a partir de los combustibles fósiles, en tanto que un 19% emana del cultivo de plantes y la crianza de animales.
El 16% de los gases de efecto invernadero provienen de actividades de transporte y uso de aviones, camiones y cargueros que funcionan con combustibles derivados del petróleo, y el 7% restante sale del uso de la calefacción, aire acondicionado y la refrigeración.
Friederike Otto, profesora principal del Instituto Grantham del Imperial College de Londres, afirmó que las temperaturas provocadas por El Niño podrían empeorar los impactos del cambio climático que ya están experimentando los países, incluidas olas de calor severas, sequías e incendios forestales, según Reuters.
2016 era el año que venía liderando el ranking mundial de temperaturas, dominado por el evento climático proveniente de los mares.
La teoría climatológica sugiere que luego de tres años del patrón climático de La Niña (más seca y con impactos más devastadores) en el Océano Pacífico, que en varias ocasiones disminuye ligeramente las temperaturas globales, el mundo sufrirá un regreso a El Niño, la contraparte más cálida, a finales de este año.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) de las Naciones Unidas afirmó que los últimos ocho años fueron los más calurosos desde que se tienen registros en el mundo.
Y el posible regreso anticipado El Niño -fenómeno meteorológico asociado al calentamiento de la superficie en el Pacífico tropical, especialmente en el Ecuador y a lo largo de las costas de América del Sur y Central y causante de la anomalía climática mundial,- refuerza el pronóstico.
Las alertas no son necesariamente apocalípticas, porque desde el punto de vista de los expertos existen cinco tecnologías que permitirían una reducción en el ritmo de expansión de los gases de efecto invernadero. Son: a) El uso de vehículos eléctricos; b) Utilización de iluminación bombillas LED; c) Bioenergía con tecnología de captación de CO2; d) Paneles solares, y e) Producción y uso de energía nuclear.