Los nitazenos, opioides sintéticos hasta 250 veces más fuertes que la heroína, causan una ola silenciosa de muertes por sobredosis al contaminar drogas recreativas y medicamentos falsificados en Europa, América y África.
Una nueva amenaza sanitaria recorre el mundo: se trata de los nitazenos, una clase de opioides sintéticos extremadamente potentes que, desarrollados en la década de 1950 y sin aprobación médica, resurgen hoy en los mercados ilegales con consecuencias devastadoras. Según datos oficiales, solo en el Reino Unido estas sustancias provocaron al menos 400 muertes en los últimos 18 meses.
Fabricados principalmente en laboratorios clandestinos de China, los nitazenos llegan a Europa, América y África a través de redes criminales y plataformas de comercio digital, infiltrándose en drogas recreativas como cocaína, ketamina o éxtasis, y en medicamentos falsificados como Xanax y Valium. La mayoría de los consumidores ni siquiera sabe que están ingiriendo estas sustancias letales.
“Probablemente sea la mayor crisis de salud pública para personas que consumen drogas en el Reino Unido desde el SIDA en los años ochenta”, alertó Vicki Markiewicz, directora ejecutiva de Change Grow Live, organización británica dedicada al tratamiento de adicciones.
Más potentes que el fentanilo y más difíciles de detectar
Los nitazenos son entre 50 y 250 veces más potentes que la heroína, y hasta cinco veces más fuertes que el fentanilo, lo que los convierte en una amenaza de primer nivel. Su toxicidad es tal que cantidades ínfimas pueden provocar paro respiratorio inmediato.
Su creciente presencia genera preocupación no solo por su letalidad, sino también porque los sistemas toxicológicos convencionales aún no los detectan fácilmente. Esto implica que las cifras oficiales podrían estar subestimadas, ya que muchas sobredosis atribuidas a otras causas podrían haber sido provocadas por nitazenos.
De China al mundo: tráfico digital y negocios sin control
Una investigación de The Wall Street Journal reveló que proveedores chinos comercializan nitazenos abiertamente a través de plataformas como TradeKey, donde incluso ofrecen envío garantizado a Europa. Algunos vendedores afirman poder evadir las aduanas sin inconvenientes.
En Estados Unidos, las autoridades registraron más de 4.300 incautaciones desde 2019, muchas de ellas mezcladas con fentanilo. En África Occidental, el nitazeno está presente en el llamado “kush”, una droga sintética que llevó a Sierra Leona y Liberia a declarar emergencias nacionales.
Adam Holland, experto en opioides sintéticos de la Universidad de Bristol, advirtió que “es una preocupación internacional. Se han detectado en todos los continentes”.
De la calle al hospital: historias de sobredosis y supervivencia
Casos como el de Tina Harris, una mujer británica de 41 años que consumió una dosis contaminada pensando que era fentanilo, reflejan la gravedad del fenómeno. Solo sobrevivió porque un amigo le administró naloxona, un antídoto contra opioides, antes de que llegara la ambulancia. Desde entonces, Harris ha salvado a otras dos personas en situaciones similares.
“Es una trampa del diablo”, resumió, admitiendo que no puede dejar su adicción, pero teme cada vez más por su vida.
Otro caso impactante es el de Alex Harpum, un joven cantante de ópera de 23 años en el Reino Unido. Murió mientras dormía tras consumir pastillas de Xanax contaminadas con nitazenos. Inicialmente se dictaminó una muerte súbita sin causa aparente, pero fue su madre, Anne Jacques, quien pidió análisis más profundos y descubrió la verdadera causa.
“Básicamente, tuve que investigar la muerte de mi propio hijo”, declaró. “Sientes como si lo hubieran asesinado”.
Una amenaza global sin respuesta clara
Las autoridades sanitarias reconocen que las estrategias tradicionales de prevención y control de drogas resultan insuficientes frente al avance de estas nuevas sustancias. La Agencia Nacional del Crimen del Reino Unido advirtió que “nunca ha habido un momento más peligroso para consumir drogas”.
El atractivo de los nitazenos para los narcotraficantes es claro: baratos de producir, potentes, fáciles de transportar y altamente rentables. Mezclados con cafeína o paracetamol, se distribuyen como “mejor producto” a bajo costo, sin que el consumidor conozca el riesgo letal que conllevan.
En un contexto de consumo globalizado y mercados digitales sin regulación efectiva, los nitazenos podrían estar escribiendo el próximo capítulo trágico de la crisis de opioides en el mundo, con consecuencias aún impredecibles.