El Papa pide una Curia al servicio de la misión y libre de rigideces ideológicas


En su saludo de Navidad a los miembros de la Curia Romana, el papa León XIV exhortó a profundizar una reforma que impulse una Curia “cada vez más misionera”, orientada a responder a los desafíos eclesiales, pastorales y sociales del presente, y no limitada a la mera administración interna de la Iglesia.

El Pontífice pronunció su discurso en el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico, donde también dedicó palabras de reconocimiento a su predecesor, el papa Francisco, a quien destacó por “volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, dar un mayor impulso a la evangelización y promover una Iglesia alegre, acogedora y atenta a los más pobres”.

Durante su intervención, León XIV subrayó que las estructuras eclesiales deben estar al servicio de la evangelización y no convertirse en un obstáculo para ella. “Las estructuras no deben entorpecer ni frenar la carrera del Evangelio”, afirmó, al tiempo que remarcó la importancia de una auténtica solicitud pastoral al servicio de las Iglesias particulares y de sus pastores.

El Papa señaló además que la misión de la Iglesia está inseparablemente unida a la comunión, y advirtió sobre los riesgos que amenazan esa unidad. “Detrás de una aparente tranquilidad pueden agitarse los fantasmas de la división”, expresó, alertando contra dos tentaciones opuestas: la uniformidad que no valora las diferencias y la exageración de las diversidades que impide la comunión.

En ese contexto, León XIV advirtió sobre el peligro de caer en la rigidez y en las ideologías, especialmente al abordar cuestiones vinculadas a la fe, la liturgia o la moral, lo que —según indicó— genera contraposiciones estériles dentro de la Iglesia.

El Obispo de Roma llamó a la Curia a ser “constructora de la comunión de Cristo” y a configurarse como una Iglesia sinodal, en la que todos colaboren en una misma misión, cada uno según su carisma y responsabilidad. Esta comunión, señaló, se construye mediante gestos y actitudes concretas que deben manifestarse también en la vida laboral cotidiana.

Finalmente, el Pontífice se refirió al Jubileo, que —dijo— recuerda que Cristo es la única esperanza que no defrauda, y destacó celebraciones significativas como el 1.700° aniversario del Concilio de Nicea y el legado del Concilio Vaticano II, que impulsó a la Iglesia a salir al encuentro del mundo y a escuchar las alegrías, esperanzas, tristezas y angustias de la humanidad actual.