“Agradecemos el año vivido en el seminario con la certeza de la providencia de Dios”, afirmó Mons. Martínez


El Seminario Diocesano Santo Cura de Ars celebró este lunes una Misa de Acción de Gracias en la parroquia Santa Catalina, debido a las inclemencias del tiempo que impedían realizarla en el patio del seminario. La Eucaristía fue presidida por el obispo de la diócesis, monseñor Juan Rubén Martínez, y contó con la participación de seminaristas, sacerdotes y miembros de la comunidad, quienes se acercaron para compartir un momento de oración y gratitud al finalizar el año.

Durante su homilía, Mons. Martínez destacó la Eucaristía como acción de gracias y valoró el camino recorrido por el Seminario, al que definió como “el corazón de la diócesis”. Señaló que la celebración se fundamenta en la confianza en la providencia de Dios, que acompaña y sostiene la misión del seminario desde sus comienzos, incluso frente a dificultades económicas y desafíos formativos. En el marco del Adviento, invitó a vivir este tiempo desde la humildad y el servicio, advirtió sobre los riesgos de ejercer la autoridad sin Dios y exhortó a seminaristas y sacerdotes a mantener a Jesucristo en el centro de su vida y ministerio, fortaleciendo así la fe y la vocación desde la cotidianidad y la entrega al prójimo.

 

En su reflexión, el obispo de la diócesis de Posadas, destacó el profundo sentido de la Eucaristía como acción de gracias, especialmente al acercarse el cierre del año. “Con mucho gozo celebramos esta Eucaristía; la Eucaristía siempre es una acción de gracias, y llegando a fin de año queremos agradecerle a Dios”, expresó, en referencia al camino recorrido durante el año en el seminario y en la vida diocesana, aun en medio de las dificultades, las inclemencias del tiempo y la incertidumbre.

Mons. Martínez subrayó de manera especial la vida y la misión del Seminario, al que definió como “el corazón de la diócesis”. En ese marco, afirmó: “Queremos agradecer por el año vivido en nuestro seminario Santo Cura de Ars, porque tenemos la certeza de su providencia”, y señaló que esta acción de gracias se funda en la confianza en un Dios que acompaña y sostiene su obra a lo largo del tiempo.

El obispo recordó los orígenes del seminario en un contexto económico adverso, evocando la crisis que atravesó el país en los años 2001 y 2002. Relató que, pese a las dudas y dificultades para proyectar la apertura del seminario en aquel momento, la decisión de iniciar su camino formativo fue sostenida por la fe y la confianza en Dios. “Desde que abrió el seminario, la Providencia siempre nos va ayudando”, afirmó, reconociendo que Dios obra a través de personas concretas que se ofrecen como instrumentos y ponen el corazón en la misión.

En ese sentido, Mons. Martínez expresó su agradecimiento a quienes acompañan y sostienen la vida del seminario: a los obispos, a los sacerdotes —muchos de ellos exalumnos—, a los formadores, directores espirituales y profesores, y a la gran cantidad de fieles que rezan y colaboran de diversas maneras para que la casa de formación pueda funcionar. También tuvo un recuerdo especial y pidió oraciones por monseñor Damián Bitar, obispo de Oberá, quien mañana deberá ser sometido a una intervención quirúrgica.

Al reflexionar sobre el tiempo litúrgico del Adviento, el obispo señaló que no siempre resulta sencillo vivirlo en profundidad debido a los múltiples “ruidos” de la vida cotidiana y a las celebraciones propias de fin de año. Sin embargo, remarcó que la Palabra de Dios y la liturgia ayudan a redescubrir el sentido de este tiempo de espera y preparación para la Navidad.

A partir del Evangelio, Mons. Martínez profundizó sobre el ejercicio de la autoridad y advirtió sobre el riesgo de absolutizar normas y estructuras olvidando a Dios. Recordó el cuestionamiento que Jesús recibió por parte de los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo —“¿con qué autoridad haces estas cosas?”— y explicó que se trataba de una autoridad basada en un poder meramente humano. “Tenían la letra, los puntos y las comas, pero se habían olvidado de Dios”, expresó, señalando que el poder sin Dios se transforma en soberbia y cierra el corazón a las cosas del Reino.

En contraposición, el obispo remarcó que solo desde la humildad es posible reconocer a Jesucristo. “Lo contrario de la soberbia es la humildad”, afirmó, citando la primera bienaventuranza: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. En este sentido, invitó especialmente a los seminaristas y a los sacerdotes a revisar el modo en que ejercen la autoridad, entendida siempre como servicio humilde al otro.

Finalmente, Mons. Martínez exhortó a vivir el Adviento desde la pequeñez y la apertura del corazón, contemplando a Jesús que se hizo hombre y nació en Belén. Animó a los seminaristas a aprovechar también el tiempo de descanso y de regreso a sus hogares como un espacio de crecimiento espiritual y humano, manteniendo a Cristo en el centro de la vida cotidiana y comunitaria.

La celebración concluyó con una oración especial por cada uno de los seminaristas y por las vocaciones sacerdotales, renovando la confianza y la esperanza en que Dios, en su providencia, seguirá acompañando el camino del Seminario Santo Cura de Ars y de toda la diócesis.

Tras la Misa, se realizó un compartir a la canasta con la participación de la comunidad. La convocatoria fue abierta al público y permitió un espacio de encuentro fraterno y de acción de gracias compartida.

Fotos: Pastoral de Comunicación