Esperanza y justicia restaurativa en el Jubileo del Mundo Penitenciario


En el contexto del tercer domingo de Adviento, conocido como el domingo de la alegría, el papa León XIV presidió en la basílica de San Pedro la misa del Jubileo del Mundo Penitenciario, con la participación de unas 6.000 personas privadas de la libertad, junto a agentes penitenciarios y voluntarios. La celebración marcó el cierre de los grandes acontecimientos del Año Santo.

Al inicio de la homilía, el pontífice señaló que el Jubileo es “un tiempo de esperanza para el mundo carcelario”, y subrayó la dimensión pastoral del encuentro, orientada a acompañar a quienes viven y trabajan en contextos de encierro.

León XIV reconoció las dificultades propias de la vida en prisión y advirtió que incluso las mejores intenciones pueden verse obstaculizadas por el sufrimiento y la adversidad. En ese marco, alentó a no ceder al desánimo y a sostener el camino con valentía, colaboración y perseverancia.

El Papa insistió en una concepción de la justicia que vaya más allá del castigo y esté orientada a la reparación y la reconciliación. “Ningún ser humano coincide con lo que ha hecho; la justicia es siempre un proceso de sanación y recomienzo”, afirmó, e invitó a reconocer los signos de bien que surgen incluso en las situaciones más duras.

En referencia al magisterio del papa Francisco, recordó el llamado a promover medidas de amnistía o condonación de penas como instrumentos de reinserción social, evocando el sentido bíblico del Jubileo como tiempo de gracia y nuevos comienzos.

Finalmente, León XIV mencionó los desafíos estructurales de los sistemas penitenciarios —como el hacinamiento y la falta de oportunidades educativas y laborales— y subrayó la necesidad de un acompañamiento personal sostenido. La homilía concluyó con una exhortación que sintetizó el espíritu de la celebración: “Que nadie se pierda y que todos se salven”.