Durante la audiencia general de este miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV reflexionó sobre el misterio de la vida humana y alertó sobre una “enfermedad generalizada de desconfianza en la vida” que afecta al mundo contemporáneo. En su catequesis, parte de una serie jubilar dedicada a la resurrección de Cristo, el pontífice subrayó que “dar a luz significa confiar en el Dios de la vida” y llamó a redescubrir el sentido y la esperanza que sostienen la existencia.
El Santo Padre señaló que la vida es un don que “se nos ofrece sin haberlo pedido” y que, por ello, debe ser “nutrida, cuidada, protegida y relanzada” en cada etapa. Ante miles de peregrinos, explicó que este carácter de don despierta en las personas el deseo de comprender el propósito último de su existencia. “Vivir con un propósito —dijo— significa encontrar una dirección que nos impida rendirnos ante el cansancio y nos enseñe a confiar en que nuestra peregrinación terrena nos llevará un día a casa”.
El Papa destacó que la esperanza es inseparable de la vida: “Esperar significa pregustar la meta, creer como cierto lo que aún no vemos y confiarnos al amor de un Padre que nos creó para la felicidad”. Sin embargo, advirtió que el mundo actual “está enfermo por la falta de confianza en la vida”, lo que conduce al fatalismo y a la resignación.
Recordando la misión reconciliadora de Jesús, señaló que vivir requiere valentía, especialmente para quienes se sienten excluidos o desesperanzados. En este contexto, reflexionó sobre la vocación humana de participar en la obra creadora de Dios, destacando el amor entre hombre y mujer como un “crescendo maravilloso” capaz de dar vida. Dios —afirmó— encomienda a la humanidad la misión de generar “por amor y en el amor”, aunque la libertad humana haga de la vida “un drama” marcado por contradicciones.
A pesar de las tensiones que atraviesan las relaciones humanas, el Papa León XIV reafirmó que Dios “permanece fiel a su plan” y continúa elevando a la humanidad por encima de la violencia y la discriminación. En este sentido, afirmó que “generar significa confiar en el Dios de la vida y promover lo humano en todas sus expresiones”, especialmente en la maternidad y paternidad, incluso en contextos donde las familias enfrentan dificultades que frenan sus proyectos y sueños.
Finalmente, el pontífice invitó a los fieles a volver su mirada a la Resurrección de Cristo como fuente permanente de esperanza. “Cuando la vida parece extinguida o bloqueada —concluyó—, el Señor Resucitado continúa pasando y camina con nosotros y por nosotros. Él es nuestra esperanza”.

