Los estudiantes del Profesorado de Educación Física del Instituto Superior Antonio Ruiz de Montoya (ISARM) visitaron este jueves los estudios de Radio Tupambaé para compartir sus vivencias académicas y el espíritu que define a una carrera donde la pasión, el esfuerzo y el compañerismo se convierten en un verdadero estilo de vida.
Participaron de la charla Julieta Viñas Konig (4° año B) y Ezequiel Virgilio (3° año B), junto a los docentes Daniel Nicollier y Mauricio Benítez, quienes resaltaron la importancia del trabajo en equipo y el acompañamiento constante que brinda la institución.
Una vocación que se construye con esfuerzo y pasión
Julieta contó que su vocación surgió en la secundaria, inspirada por los profesores que la acompañaron en Montecarlo. “Siempre me gustó organizar actividades, los intercursos, y también tuve la oportunidad de trabajar en colonias de vacaciones. Eso me ayudó a decidirme por la carrera”, expresó.
Por su parte, Ezequiel, oriundo de Buenos Aires y radicado en Misiones hace siete años, señaló que lo motivó “la importancia que la provincia da al deporte y a las actividades físicas”. Actualmente combina sus estudios con la práctica del arbitraje de básquet, aunque confiesa que su pasión sigue siendo el fútbol.
El desafío del ingreso y la formación integral
El ingreso al Profesorado de Educación Física del Montoya es eliminatorio, una instancia que exige tanto preparación teórica como física. Julieta recordó que se preparó durante todo un verano para superar las pruebas. “Fue un desafío, pero lo logré. El cursillo dura cuatro semanas intensivas y hay que dar lo mejor de uno”, comentó.
El profesor Nicollier explicó que la demanda por ingresar a la carrera es muy alta. “Durante muchos años solo se admitían 40 mujeres y 40 varones, pero desde este año se agregó una tercera comisión para ampliar el cupo, aunque aún quedan aspirantes afuera”, señaló.
Benítez agregó que el acompañamiento a los estudiantes es una de las fortalezas del instituto: “En el Montoya ningún alumno es un número. Todos los docentes conocemos a nuestros estudiantes, sus realidades, sus esfuerzos, y eso genera un sentido de pertenencia único”.
Entre la teoría, la práctica y la vida al aire libre
Los futuros profesores coincidieron en que una de las grandes sorpresas de la carrera fue la carga teórica. “Pensábamos que serían solo deportes, pero hay muchas materias pedagógicas”, comentó Julieta entre risas. Sin embargo, valoró la diversidad de aprendizajes: “Aprendemos desde natación hasta planificación educativa. Todo se complementa”.
La carrera también se distingue por su materia “Vida en la Naturaleza”, que incluye caminatas, pernoctes y campamentos educativos. “Desde primer año vivimos experiencias únicas, aprendiendo sobre orientación, nudos, fogatas y trabajo en equipo”, contaron los estudiantes.
Espíritu de tribu y sentido de pertenencia
Una de las tradiciones más emblemáticas del Profesorado de Educación Física del Montoya son las Intertribus, competencias deportivas internas que refuerzan el compañerismo y la identidad institucional.
“Cada alumno recibe un color que lo acompañará toda la vida: rojo, verde o aqua. Es una experiencia muy esperada y que deja huella”, explicaron.
Las tribus compiten en distintas disciplinas y, más allá del resultado, lo importante es “la participación, el respeto y la camaradería”, subrayaron los profesores. “Muchos de nosotros seguimos defendiendo nuestro color incluso como docentes”, comentó Nicollier con orgullo.
Una carrera con futuro y compromiso social
El campo laboral de la Educación Física es amplio y abarca tanto el ámbito formal como el no formal. “Podemos trabajar en escuelas, clubes, proyectos comunitarios o incluso gestionar nuestros propios emprendimientos. La carrera nos forma para enseñar y también para crear”, explicó Benítez.
Julieta, próxima a recibirse, expresó su deseo de continuar su formación en una licenciatura: “Todavía no definí la orientación, pero quiero seguir creciendo”.
En tanto, Ezequiel valoró las prácticas como espacios fundamentales: “Nos permiten aplicar todo lo aprendido y conocer distintas realidades educativas. Son experiencias que nos preparan para el futuro”.
“El Montoya es una gran familia”
Durante la entrevista, se recibieron mensajes de oyentes y familiares. “El Montoya es excelente. Hay un acompañamiento constante y los alumnos se sienten parte de una gran familia”, escribió Karina, mamá de Julieta.
Los profesores coincidieron con esa definición: “El Montoya no solo forma profesionales, sino personas. Ser parte de esta comunidad es un orgullo y una responsabilidad”, concluyeron.

