Detectan por primera vez huellas tempranas del Parkinson en el cerebro humano


Investigadores visualizaron diminutas acumulaciones de proteínas que podrían ser los inicios de la enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer.

Durante décadas, la enfermedad de Parkinson se estudió a partir de sus síntomas visibles: temblores, rigidez y lentitud de movimientos, así como por los cuerpos de Lewy, grandes depósitos de proteínas que aparecen cuando la enfermedad ya está avanzada.

Sin embargo, la comunidad científica sospechaba que existían señales mucho más tempranas, diminutas acumulaciones que podrían iniciar la neurodegeneración antes de que los pacientes presentaran síntomas. Ahora, un equipo internacional de investigadores confirmó esa hipótesis.

Por primera vez, lograron visualizar directamente en tejido cerebral humano post mortem los oligómeros de alfa-sinucleína, pequeños cúmulos proteicos considerados los impulsores iniciales del Parkinson. El hallazgo, publicado en la revista Nature Biomedical Engineering, marca un avance significativo en la investigación de la enfermedad y abre la puerta al desarrollo de estrategias diagnósticas y terapéuticas más precisas.

“Durante mucho tiempo se sospechaba que estos cúmulos estaban presentes, y este estudio ayuda a confirmarlo. Poder verlos permite que los investigadores comprendan cómo contribuyen a la enfermedad”, explicó Steven F. Lee, investigador de la Universidad de Cambridge y autor principal del trabajo.

Una nueva herramienta para mirar el inicio de la enfermedad

Hasta ahora, los oligómeros eran invisibles en el tejido cerebral humano debido a su tamaño nanométrico. Se podían identificar en laboratorios, pero no en el entorno real del cerebro. Esto cambió con el desarrollo de la técnica ASA-PD (Advanced Sensing of Aggregates for Parkinson’s Disease), un método de microscopía de fluorescencia ultrasensible que permite detectar y analizar millones de nanoagregados proteicos en tejido humano.

Con ASA-PD, los investigadores observaron alrededor de 1,2 millones de oligómeros en la corteza cingulada anterior de pacientes con Parkinson y en controles sanos. Los resultados mostraron que, aunque estos cúmulos estaban presentes en ambos grupos, en los cerebros con Parkinson eran más grandes, brillantes y abundantes. Además, identificaron un subtipo que solo aparecía en los afectados, lo que podría convertirse en un marcador temprano de la enfermedad.

“El problema es que cuando diagnosticamos la enfermedad, el paciente ya perdió más del 80% de las neuronas de la región afectada. Por eso, uno de los grandes esfuerzos de la investigación es detectar el Parkinson antes de que aparezcan los síntomas neurológicos”, explicó el neurólogo Sergio Rodríguez Quiroga, del Hospital General de Agudos Dr. José María Ramos Mejía.

Qué es el Parkinson y por qué este hallazgo es relevante

El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la acumulación de alfa-sinucleína en los cuerpos de Lewy. Estos depósitos señalan dónde estuvo la enfermedad, pero no indican su inicio. Los oligómeros, en cambio, podrían representar la “chispa” inicial que daña las neuronas, permitiendo estudiar la enfermedad desde sus primeras etapas.

Aunque el hallazgo no tiene aplicación clínica inmediata, representa un avance para la investigación. ASA-PD podría integrarse con estudios de ADN y ARN para identificar las células que muestran los primeros signos de daño y analizar cómo se desarrollan estos cambios.

“La importancia de este trabajo es muy grande: nos permitiría conocer cómo se produce la enfermedad, facilitar diagnósticos más tempranos y eventualmente modificar su curso desde etapas iniciales”, agregó Rodríguez Quiroga.

Una enfermedad en expansión

En Argentina se estima que entre 90.000 y 120.000 personas padecen Parkinson, aunque no hay cifras oficiales precisas. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud proyecta que para 2050 habrá 25 millones de pacientes, impulsados principalmente por el envejecimiento poblacional.

Actualmente, los tratamientos solo alivian los síntomas, pero no detienen la progresión. El descubrimiento de los oligómeros podría beneficiar futuros desarrollos terapéuticos, como anticuerpos monoclonales dirigidos contra la alfa-sinucleína, y servir como modelo para estudiar otras enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer o la esclerosis lateral amiotrófica.

El hallazgo permite mirar el Parkinson no desde los síntomas ni desde los depósitos finales, sino desde las primeras señales que anticipan el daño neuronal. La posibilidad de “ver lo invisible” abre un camino para replantear estrategias de diagnóstico y tratamiento, aunque todavía a años de distancia de la aplicación clínica.