Mons. Martínez: “Pidámosle a San Miguel que nos ayude a vivir en una sociedad que opte por el bien”


La comunidad de la parroquia San Miguel Arcángel de Posadas celebró el lunes su fiesta patronal con una Santa Misa presidida por el obispo de la diócesis, monseñor Juan Rubén Martínez, acompañado por sacerdotes, diáconos y numerosos fieles que se reunieron en oración. En su homilía, el obispo destacó la importancia de dar gracias a Dios y de pedir la intercesión de los ángeles, en especial de San Miguel, “ligado al bien y a la lucha contra el mal”.

Desde el inicio, Mons. Martínez expresó la alegría de poder compartir la Eucaristía en comunidad y recordó que la fiesta patronal se enmarca en la celebración de los tres arcángeles: Miguel, Gabriel y Rafael. “En nuestra diócesis tenemos dos parroquias con el nombre de San Miguel, y quise estar aquí porque también llevo en el corazón una especial devoción al Ángel de la Guarda, que desde niño me acompaña como un verdadero gladiador en tantas situaciones”, señaló.

 

El obispo explicó que la misión de la Iglesia es la evangelización y subrayó que esta tarea no se limita al clero, sino que involucra a todos los bautizados. “La responsabilidad de evangelizar es de todos, y especialmente de los laicos, que son la mayoría. Evangelizar es anunciar a Jesucristo, pero para eso primero debemos tener experiencia de Él en nuestra vida. Y esa experiencia comienza al descubrir que Dios nos ama”, afirmó.

Durante su homilía, Mons. Martínez dedicó una parte central a reflexionar sobre la presencia de los ángeles como expresión del amor de Dios. Recordó que “los ángeles son espíritus puros” y que, a diferencia de los hombres, no están sujetos al tiempo ni al espacio, por lo que sus decisiones son irreversibles. En ese marco, advirtió sobre la realidad del mal y la existencia del demonio, “un ángel que quiso ser como Dios y cuya opción es irreversible”.

En relación al discernimiento, pidió a los fieles aprender a distinguir el bien del mal en la vida cotidiana: “La experiencia del bien y del mal no es algo teórico. Todos sabemos que existen. El demonio muchas veces nos confunde en lo pequeño, haciéndonos creer que está bien lo que en realidad está mal. Uno de los grandes flagelos de nuestro tiempo es hacer creer que el pecado ya no existe”.

Asimismo, denunció cómo el mal se manifiesta en la violencia, la corrupción y el daño al prójimo. “Se puede coimear, estafar, vivir en el rencor, calumniar, difamar, y pareciera que todo da lo mismo. Pero ahí es donde se mete la cola del demonio, en los ambientes dañados por la falta de perdón, de reconciliación y de amor”, expresó.

El obispo también recordó la situación de los cristianos perseguidos en distintas partes del mundo y lamentó que “muchos mueren mártires hoy y pocos hablan de eso”. A su vez, exhortó a la comunidad a pedirle a San Miguel “el discernimiento para obrar bien en lo cotidiano, en las pequeñas cosas de nuestra vida”.

Hacia el final, llamó a revisar la propia conducta y a reconciliarse con Dios: “El que obra bien va generando virtud, el que obra mal pierde libertad y se hunde en los vicios. No hace falta buscar cosas extraordinarias; en lo pequeño es donde debemos optar por Dios”.

Con un mensaje esperanzador, concluyó: “Pidámosle a San Miguel que nos ayude a vivir en una sociedad que opte por el bien. La esperanza no es magia, se realiza con nuestras opciones diarias. Si vamos eligiendo el bien, construiremos un mundo más bello, más libre y más bueno. Que San Miguel Arcángel interceda por todos nosotros para oxigenar en la esperanza nuestro tiempo”.