“Esto no se puede caer, la salud pediátrica debe ser política de Estado”: el Garrahan alerta sobre la crisis de su rol federal


Raquel Staciuk, jefa del Servicio de Trasplante de Médula Ósea, remarcó en diálogo con Radio Tupambaé la gravedad de la situación que atraviesa el Hospital Garrahan, la necesidad de sostener un sistema pediátrico federal y el compromiso vital de todo el equipo médico.

Desde Buenos Aires, el Garrahan —símbolo de la pediatría argentina— se convirtió en el epicentro de una causa que hoy moviliza a toda la sociedad. En una entrevista con La Creíble FM 105.9, Staciuk describió con firmeza y sensibilidad la emergencia estructural que atraviesa la institución, sostenida por el esfuerzo de sus profesionales y la red nacional de salud que depende de ella.

 

“No nos sentimos cómodos delante del micrófono, pero no podemos callar”

Con una voz conmovida pero segura, Staciuk explicó por qué decidieron hablar públicamente. “Nos vimos en la necesidad de levantar la voz, de mostrar un montón de cosas que a veces son invisibles, pero absolutamente necesarias para el funcionamiento del hospital, afirmó. Asegura que la situación no es política partidaria, sino profundamente política en el sentido más noble: «La salud pediátrica debe ser una política de Estado que trascienda los gobiernos de turno.

El Garrahan, un hospital que forma, contiene y acompaña a todo el país

El Garrahan no es sólo un hospital. Es un nodo esencial en una red federal de salud pediátrica. Según Staciuk, el trabajo conjunto con las provincias es permanente y vital: “Los pacientes vienen cuando se agotan otras instancias y recursos. Pero luego vuelven a sus provincias y son seguidos con apoyo nuestro. Sin esta red, esto no funciona”.

Actualmente, el Garrahan realiza alrededor de 40 trasplantes de médula ósea por año, recibiendo niños de todo el país, incluidos casos derivados desde Misiones y otras provincias. El trabajo que implica no solo es técnico, sino profundamente humano. “Cada trasplante requiere de un cuidador responsable, de condiciones habitacionales especiales, y del trabajo coordinado de médicos, enfermeros, trabajadores sociales, bioquímicos, técnicos, y personal de limpieza. Todos somos parte del equipo. Sin cada uno de ellos, no sería posible.”

“Estamos asfixiados”: vocación sí, pero también dignidad

La doctora fue enfática al hablar sobre el esfuerzo que implica sostener el trabajo en el Garrahan. “Ponemos la cabeza, el corazón, pero también el bolsillo. Parece que la vocación no debería ser remunerada. Eso no es justo ni sostenible”, declaró. Reconoce un cambio generacional en la manera de ver la profesión médica, donde se reclama no solo reconocimiento moral, sino condiciones materiales dignas para ejercer.

Comparó su tarea con la de los docentes: “Los médicos y los maestros trabajamos dentro y fuera de nuestras instituciones, estudiamos, nos formamos, invertimos en capacitaciones. Todo para dar, para estar a la altura de lo que se necesita”.

Una causa que unió al país

En tiempos de grietas y divisiones, el reclamo del Garrahan logró unificar voces y voluntades. “Esto es una causa nacional. La gente lo entendió, nos acompaña. No lo podríamos hacer sin el apoyo de la sociedad”, expresó Staciuk, y reconoció la fuerza simbólica de campañas históricas como la de juntar tapitas, que desde hace años permitió visibilizar la necesidad de sostener el hospital. “Nosotros solos no podemos. Esta lucha se hace con todos. Y lo que se está pidiendo es tan obvio: que esto no se caiga. Porque si se cae, no va a ser lo mismo. Reconstruirlo sería mucho más difícil”.

¿Y la política?

Consultada sobre si cree posible trasladar el espíritu de colaboración del Garrahan al ámbito político, respondió con crudeza: “Para consensuar, hay que ceder protagonismo. Hay que pensar en el bien común. Si no pueden, deberían correrse”. Y dejó una reflexión: “Los grandes proyectos no siempre dan frutos inmediatos. Pero los frutos llegan. Como quien planta un árbol que no verá florecer, pero sabe que alguien más sí”.

Una red de cuidados invisibles que no puede apagarse

Staciuk insistió en algo clave: lo que sostiene al Garrahan es una red invisible de profesionales y trabajadores que no se ven, pero sin los cuales nada funcionaría. “Detrás de cada trasplante, hay personas trabajando a cualquier hora, validando tejidos, limpiando sobre lo limpio, asegurando cada paso. No hay margen de error. El que no quiere estar y hacerlo bien, no debe estar. Esto es una cadena donde cada eslabón importa”.

El mensaje final

Antes de despedirse, Raquel Staciuk dejó un mensaje a la sociedad: “No hay batallas perdidas si no se abandonan. Nosotros no vamos a abandonar esta. Creemos profundamente en lo que hacemos, lo llevamos en el alma. Necesitamos que nos escuchen, que nos acompañen, que no dejen que esto se apague. No por nosotros: por los chicos. Porque esto es por ellos y para ellos”.

Crónica humana desde el corazón del Garrahan

En un país acostumbrado a discutirlo todo, el Garrahan logró unir voces, manos y corazones. No por ideologías, sino por una causa que trasciende cualquier frontera: la salud de nuestros niños. Y por ellos, la batalla sigue.