León XIV recordó a los mártires contemporáneos como ejemplos de una “esperanza desarmada”


En la fiesta de la Exaltación de la Cruz, el papa León XIV presidió el domingo 14 de septiembre una emotiva celebración en la basílica de San Pablo extramuros, donde, ante unos 4.000 fieles, recordó a los mártires y testigos de la fe del siglo XXI.

Durante la homilía, el pontífice advirtió que la persecución contra los cristianos continúa aumentando en distintas partes del mundo y subrayó que los mártires representan un modelo de “esperanza desarmada”. “Son hombres y mujeres que dieron su vida sin recurrir a la violencia, confiando en la fuerza mansa del Evangelio”, afirmó.

León XIV evocó el testimonio de sor Dorothy Stang, asesinada en Brasil; el padre Ragheed Ganni, mártir en Irak; el hermano Francisco Tofi en Islas Salomón; y el niño pakistaní Abish Masih, entre otros. Todos ellos, señaló, encarnan que “el amor es más fuerte que la muerte” y continúan siendo “profecía de paz y justicia”.

El obispo de Roma reafirmó además que la Iglesia no olvida a los mártires de todas las confesiones cristianas y recordó el compromiso de mantener viva su memoria a través de la Comisión para los Nuevos Mártires.

La ceremonia incluyó oraciones, el encendido de lámparas a los pies de la cruz —símbolo de que la luz de la fe nunca se apaga— y el recuerdo de hombres y mujeres asesinados en distintas latitudes por su fidelidad a Cristo. Entre ellos se mencionó a los cristianos evangélicos que murieron en la Misión de Silgadji, en Burkina Faso, en abril de 2019, víctimas del primer atentado contra fieles reunidos en un lugar de culto en ese país.

También se rindió homenaje a los 21 coptos ortodoxos asesinados en Libia el 15 de febrero de 2015, degollados en la playa de Sirte por miembros del autodenominado Estado Islámico. Sus cuerpos fueron hallados en 2017 en una fosa común. El papa Francisco ya los había incluido en el Martirologio Romano “como signo de la comunión espiritual” entre la Iglesia católica y la copta ortodoxa.