Miles de fieles participaron el martes de la conmemoración por el 125° aniversario de la Coronación Pontificia de la Virgen de Itatí, patrona y protectora espiritual de la región. La jornada central comenzó a las 10 de la mañana con la tradicional procesión desde el santuario hasta la costa del río Paraná, donde se vivió un emotivo encuentro con la imagen de la Virgen de Caacupé, llegada especialmente desde Paraguay para sumarse a los festejos.
De regreso en el santuario, el arzobispo de Corrientes, monseñor José Larregain OFM, presidió la misa central ante una multitud que colmó la explanada de la basílica. En su homilía, destacó la figura de María como “madre y faro de esperanza” en medio de las dificultades cotidianas. “Ella le habla a Jesús de nosotros, de nuestras necesidades, sueños, luchas, cansancios y esperanzas”, expresó el prelado, invitando a los fieles a confiar en la intercesión maternal de la Virgen.
Citando las palabras de una popular canción mariana, Larregain remarcó la devoción viva del pueblo: “Mediante vos conseguí salvar de la enfermedad, por eso vengo a tu altar, Virgencita de Itatí”. En este sentido, recordó que la Virgen “no es indiferente al dolor de su pueblo” y llamó a los presentes a seguir su ejemplo de fe y valentía frente a las adversidades.
“La Virgen, coronada con estrellas, está atenta a lo que nos pasa”, aseguró el arzobispo. “Nos sostiene cuando la esperanza parece apagarse por las sombras del desempleo, las adicciones, las divisiones familiares, la pobreza o la inseguridad. En Caná, María intercede y Jesús transforma lo poco en abundancia. Así también hoy, el Señor transforma nuestra escasez en bendición”.
El encuentro culminó con un momento de gran emoción: la imagen de la Virgen saludó a los peregrinos entre cánticos, lágrimas y oraciones, en un gesto que renovó el amor y el compromiso del pueblo con su “correntinita Madre de Dios”.
La celebración recordó la histórica coronación pontificia de 1900, cuando la imagen fue coronada por el entonces obispo de Paraná, monseñor Rosendo de la Lastra y Gordillo. A 125 años de aquel acontecimiento, la fe en la Virgen de Itatí no solo perdura, sino que se fortalece con la presencia de miles de devotos llegados desde distintos puntos del país y países vecinos.
“Hagan lo que Él les diga”, exhortó monseñor Larregain al finalizar la misa, retomando las palabras de María en las bodas de Caná. “No perdamos tiempo –pidió el arzobispo–, es la hora de actuar. ¡Viva la Virgen de Itatí! ¡Viva nuestra Madre! ¡Viva la pura y limpia!”