El profesor e investigador Guillermo Gering analizó en Radio Tupambaé los impactos del modelo económico actual sobre el agro misionero, destacando la crítica situación del sector yerbatero, el rol del Estado y los desafíos del pequeño productor ante un futuro incierto. “Sin protección al productor, el conflicto yerbatero es inevitable”, advirtió.
En el marco del programa Mesa de Diálogo que se emite los sábados por la mañana por La FM 105.9, el historiador e investigador Guillermo Alejandro Gering brindó un extenso y valioso análisis sobre el presente del agro misionero. Desde su formación académica como profesor de Historia, su pertenencia al Grupo de Historia Económica del NEA y su experiencia como becario del Consejo Interuniversitario Nacional, Gering profundizó en las tensiones históricas, políticas y económicas que atraviesan al sector yerbatero.
Gering comenzó señalando que la Argentina sigue siendo un país con una matriz agroexportadora y que Misiones, dentro de ese esquema, produce materias primas con fuerte peso en el mercado interno. “La yerba mate es uno de los cultivos más importantes por su historia y por la cantidad de mano de obra que demanda”, remarcó. Según estimaciones, la cadena productiva yerbatera emplea directa e indirectamente a más de 20.000 personas en Misiones.
“El sector yerbatero es más que una economía regional: estructura pueblos enteros, desde el tarefero hasta el molino”, explicó. A diferencia de productos como la soja, que tienen un alto componente exportador, la yerba mate se consume principalmente en el mercado interno, lo que condiciona su comportamiento en términos de precios y políticas públicas.
Un mercado interno golpeado y sin regulación efectiva
Desde la sanción del DNU 70/2023, el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) perdió buena parte de sus atribuciones, lo que generó un vacío regulatorio. “El INYM garantizaba un precio sostén, que es clave en un cultivo que requiere al menos cinco años de inversión antes de la primera cosecha”, indicó Gering. También recordó que el precio de la hoja verde cayó de $350 el kilo en 2023 a entre $180 y $210 en 2024 y 2025, mientras que los costos del productor (insumos, combustible, fertilizantes) aumentaron considerablemente.
Asimismo, subrayó que muchos actores del sector, especialmente los tareferos, son los más perjudicados. “Son quienes cosechan a destajo, por kilo de hoja verde, en un trabajo estacional de 6 a 7 meses al año. Luego quedan desocupados o dependen del subsidio interzafra, que muchas veces es estigmatizado”, lamentó.
El rol del Ministerio del Agro y la debilidad estatal
Consultado sobre el papel del Ministerio del Agro de Misiones, Gering reconoció los esfuerzos que realiza, particularmente con iniciativas como las chacras multiproductivas. No obstante, advirtió: “El Ministerio acompaña hasta donde puede. No tiene injerencia real en la fijación de precios. Esa era tarea del INYM, que tampoco lograba consensos muchas veces, y entonces intervenía Nación con el laudo”.
Además, señaló que los precios fijados por el INYM son hoy “conjeturales” y que no están siendo respetados por la cadena productiva. “Es un precio sugerido, no obligatorio. La matriz de costos está, pero el precio no circula de forma vinculante”.
Concentración de tierras y expulsión rural: el riesgo del modelo actual
Gering Guillermo Alejandro – Profesor en Historia por la UNaM y Becario EVC-CIN
Gering expresó preocupación por el rumbo que está tomando el sector. “Lo que se está generando es una pauperización del pequeño y mediano productor. Se están vendiendo chacras, se está concentrando la tierra y se expulsa población rural hacia las ciudades. Ya lo vimos en los 90 con el éxodo rural”, recordó.
En ese marco, criticó la idea de que se trate la problemática como un simple tema de productividad. “¿Qué más productividad quieren si tuvimos una cosecha récord de 987 millones de kilos en 2023? El problema no es la cantidad de yerba, sino cómo se reparte la ganancia en la cadena”.
¿Instituto Provincial de la Yerba Mate? Una discusión abierta
Respecto a la propuesta de crear un Instituto Misionero de la Yerba Mate, impulsada por sectores como el del diputado Cacho Bárbaro, Gering consideró que “no parece viable en términos estructurales”, ya que podría chocar con la realidad productiva nacional. “Argentina tiene una zona yerbatera compuesta por Misiones y Corrientes. Si Misiones fija su propio precio, ¿qué pasa con Corrientes? ¿Y con Brasil y Paraguay, que también producen?”, se preguntó.
Frente a eso, sostuvo que es necesario “elevar el debate y pensar en una política nacional de la yerba mate”, sin caer en el encierro provincial que podría generar más distorsiones.
Las políticas públicas que marcaron historia
Como profesor e investigador de historia, Gering recordó las grandes políticas públicas que marcaron al sector. “En 1936, ante una fuerte crisis, se crearon la CRYM (Comisión Reguladora de la Yerba Mate) y el Mercado Consignatario. Entre 1936 y 1991, hubo una fuerte intervención del Estado que trajo beneficios, especialmente en tecnología y extensión rural”.
Destacó convenios con el INTA en la década del 70, que impulsaron plantaciones de alta densidad, genética vegetal e incluso las primeras cosechadoras de yerba mate. “Eso fue posible porque hubo una política pública sostenida en el tiempo. Hoy parecería que sólo lo privado sirve, pero ¿qué privado va a invertir en investigación que tarda años?”, cuestionó.
Perspectivas: entre la desregulación y la protesta
A modo de conclusión, Gering advirtió que, de continuar este rumbo, podríamos enfrentar un escenario similar al del 2001–2002, con tractorazos y protestas de productores en la plaza. “Nadie quiere eso, ni los productores ni el Estado. Pero si no se revierte esta política de desregulación, si no hay herramientas de protección, el conflicto es inevitable”, afirmó.
Incluso recordó cómo el Decreto 2284/91 de la era menemista ya proponía una desregulación total del sector. “Ese decreto se parece mucho al DNU 70/23. Las consecuencias también pueden parecerse: desaparición del pequeño productor, concentración de tierras y crisis social”.
Finalmente, Gering llamó a recuperar la memoria histórica para evitar repetir errores del pasado. “No se trata de épicas ni de romantizar el sufrimiento. Se trata de justicia, de equidad, de entender que sin el pequeño productor yerbatero, la yerba que llega a nuestras mesas no existiría”, concluyó.