El Auckland City FC, equipo neozelandés que sufrió una histórica goleada 10-0 ante el Bayern Múnich en el debut del Mundial de Clubes, está conformado por futbolistas amateurs que, lejos de vivir del fútbol, trabajan en rubros tan diversos como ventas, educación, logística o la construcción. Este viernes 20 se medirán con Benfica y el martes 24 con Boca Juniors, en un grupo que parece inquebrantable para sus aspiraciones.
En contraste con los rivales de su zona –que cuentan con planteles profesionales valuados en millones de dólares y estructuras deportivas de primer nivel–, los jugadores del Auckland City debieron pedir vacaciones en sus respectivos trabajos para poder representar a su club en Estados Unidos.
“Todos los jugadores tienen otros trabajos además de sus compromisos futbolísticos”, explicó el entrenador interino Paul Posa al diario The Sun, ya que el técnico titular, Albert Riera, no viajó con la delegación. “Tienen una dedicación extraordinaria al fútbol fuera de sus horas de trabajo”, agregó.
El plantel está compuesto por un abanico de profesiones. El capitán, Mario Ilich, trabaja en el área de ventas de Coca-Cola. “He tomado todas mis vacaciones anuales para este viaje, así que no iré de vacaciones con mi pareja este año, eso es seguro”, relató al The Guardian.
Otros casos destacados del equipo:
Angus Kilkolly, delantero y gerente de ventas de una empresa de herramientas eléctricas. Se tomó cuatro semanas de licencia sin goce de sueldo para asistir al torneo.
Conor Tracey, arquero, trabaja en una ferretería.
Nikko Boxall, defensor, es productor de seguros.
Adam Mitchell, defensor, se desempeña como agente inmobiliario.
Michael Den Heijer, mediocampista, es personal trainer.
Gerard Garriga, también mediocampista, dirige divisiones infantiles.
Dylan Manickum, delantero, es ingeniero de obra.
La legislación de Nueva Zelanda permite un tope de 150 dólares locales semanales (unos 90 dólares estadounidenses) para gastos asociados al fútbol, por lo que los jugadores del Auckland City no reciben salario alguno por su actividad deportiva.
La historia del club oceánico se destaca como una excepción en un torneo que reparte mil millones de dólares en premios y está repleto de estrellas internacionales. Mientras muchos sueñan con la gloria deportiva, ellos comparten una realidad laboral que los obliga a duplicar esfuerzos. El objetivo de competir dignamente ante colosos como Benfica y Boca parece tan desafiante como inspirador.