El Papa León XIV recibió en audiencia este viernes a representantes de tres congregaciones religiosas: la Sociedad de Misiones Africanas (SMA), la Tercera Orden Regular de San Francisco y la Congregación de los Siervos del Paráclito. Durante el encuentro, el pontífice los animó a profundizar en su compromiso con la misericordia, la misión y la renovación, pilares que definió como esenciales en la vida consagrada actual.
En su mensaje, León XIV destacó que, aunque nacidas en contextos históricos diversos, las tres instituciones responden a necesidades concretas del Cuerpo Místico de Cristo. Por ello, las exhortó a unir la contemplación con la acción apostólica, para seguir cooperando en la obra de la redención.
Dirigiéndose a los participantes del 113º Capítulo General de la Tercera Orden Regular de San Francisco, el Papa subrayó la importancia de repensar la vida comunitaria, la formación y las vocaciones a la luz del carisma penitencial heredado de san Francisco de Asís. “Solo mediante un camino constante de conversión podemos ofrecer a nuestros hermanos y hermanas ‘las palabras fragantes de nuestro Señor Jesucristo’”, afirmó el pontífice.
Más tarde, al referirse a la Sociedad de Misiones Africanas –fundada en 1856 por el venerable monseñor Melchior de Marion Brésillac y también reunida en su Capítulo General–, León XIV puso en valor su fidelidad al espíritu misionero original, que les permitió superar desafíos y expandir su acción apostólica. “La fidelidad a la misión les permitió crecer incluso en la adversidad, descubriendo nuevos horizontes en África y más allá”, señaló, alentándolos además a abrazar “la locura de la cruz” y desprenderse de todo apego mundano para llenarse de Cristo.
Finalmente, el Papa se dirigió a los formadores de la Congregación de los Siervos del Paráclito, fundada en Estados Unidos en 1947 para acompañar a sacerdotes y religiosos con dificultades personales. León XIV valoró su ministerio de acompañamiento «humilde, paciente y discreto» y remarcó la necesidad de que también los ministros de Cristo reconozcan su propia fragilidad. “Ustedes recuerdan a los religiosos que también son pacientes necesitados de curación”, dijo. Citando a san Agustín, reflexionó: “Para vaciarnos y no hundirnos, escuchemos esta exhortación: ¡Perdonemos!”
En el cierre de la audiencia, el Papa resaltó que la riqueza de los distintos carismas en la Iglesia es reflejo de su belleza. “Hoy han testimoniado el compromiso de conversión, el entusiasmo misionero y el calor de la misericordia”, concluyó.