En su segunda audiencia general como pontífice, el Papa León XIV reflexionó este miércoles sobre la parábola del Buen Samaritano y envió un fuerte mensaje de humanidad desde la Plaza de San Pedro: “Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos”.
Durante su catequesis, León XIV señaló que la compasión no es exclusiva de la fe, sino un valor profundamente humano: “La práctica del culto no conduce automáticamente a la compasión. La compasión es una cuestión de humanidad”, remarcó ante miles de fieles reunidos bajo un cielo soleado en el Vaticano.
El pontífice propuso una lectura renovada de la parábola narrada por Jesús en el Evangelio de Lucas, en la que un samaritano —miembro de un pueblo marginado— se detiene a ayudar a un hombre herido por bandidos, mientras un sacerdote y un levita pasan de largo. “Este samaritano se detiene simplemente porque es un hombre frente a otro hombre que necesita ayuda”, subrayó.
La prioridad de detenerse
El papa cuestionó la prisa contemporánea como obstáculo para la compasión: “Quien considera su propio viaje como una prioridad no está dispuesto a detenerse por otro”. En contraposición, destacó los gestos concretos del samaritano: acercarse, vendar heridas, cargar al herido y pagar su atención. “Si quieres ayudar a alguien, no puedes mantener la distancia; hay que implicarse, ensuciarse, tal vez contaminarse”, explicó.
Una invitación a cambiar la mirada
En el marco del ciclo de catequesis sobre las parábolas iniciado la semana pasada con la del sembrador, León XIV propuso un cambio de perspectiva: “Estos relatos nos permiten abrirnos a la esperanza y transformar la pregunta ‘¿quién me ama?’ en ‘¿a quién amé yo?’”, planteó, invitando a los fieles a una fe activa y comprometida.
Finalmente, el Papa pidió a los cristianos que se dejen interpelar por la figura del herido en el camino: “Ese hombre somos todos. Y recordar cómo Jesús se detuvo a cuidarnos tantas veces nos hará más capaces de compasión”, concluyó.