El tradicional Tedeum del 25 de Mayo en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires se convirtió este año en una fuerte interpelación social y política, encabezada por el arzobispo Jorge Ignacio García Cuerva. Ante la presencia del presidente Javier Milei, su gabinete y otras autoridades, el prelado pronunció una homilía que no eludió las tensiones del presente argentino, reclamando unidad, justicia social y un compromiso real con los más vulnerables.
García Cuerva comenzó evocando el pasaje evangélico de la curación de la hija de Jairo (Marcos 5, 21-43), para señalar que, al igual que aquella niña, «nuestra Argentina se está muriendo» y necesita ser sanada. «Experimentamos que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia, el respeto, y si se mueren esos valores, se muere el futuro», advirtió.
El arzobispo denunció con crudeza la inequidad social: «Nuestro país sangra. Tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión, tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico que, en algunos barrios, es un Estado paralelo». También se refirió a los jubilados que «merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación», y cuestionó: «¿Cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?».
En un contexto de creciente polarización, García Cuerva hizo un llamado urgente al diálogo y a la unidad: «Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro y frenar el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una nación desde la guerra entre nosotros, todo acto de violencia es condenable y quiebra el tejido social».
El prelado también criticó «el terrorismo de las redes sociales», recordando las palabras del Papa Francisco sobre los «haters» y la necesidad de frenar la «guerra de las palabras y las imágenes». «Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, la difamación parecen moneda corriente», lamentó.
El Tedeum se desarrolló en un clima de tensión política. Al ingresar a la Catedral, el presidente Milei evitó saludar al jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y a la vicepresidenta Victoria Villarruel, con quienes mantiene relaciones distantes. El gesto fue evidente y quedó registrado en la transmisión oficial.
La homilía de García Cuerva resonó como un llamado a la responsabilidad colectiva: «Es con todos, mirándonos a la cara porque nuestras decisiones y políticas públicas tienen que tener rostros concretos, historias reales que nos tienen que conmover». Y concluyó: «Argentina, ponete de pie, vos podés, basta de arrastrarnos en el barro de las calificaciones y la violencia».