La gente ya ni nace


Es probablemente el cambio más drástico que está atravesando la sociedad argentina en los últimos 10 años: la natalidad cayó 41% a nivel nacional.

En 2024 hubo 425.000 nacimientos, en comparación con los 777.012 de 2014. Es una tendencia que se replica en América Latina y que ya se dio antes en Europa, pero que en la Argentina se registra de una manera más acelerada que en países vecinos.

El fenómeno tiene múltiples implicancias de cara al futuro. En el mediano plazo plantea un desafío crítico para sostener el sector económico con una población cada vez más envejecida. Por otro lado, la caída de los nacimientos se siente en el sistema educativo con una reducción de matrícula, primero en el jardín de infantes y ahora en la escuela primaria.

Desde 2014 la cantidad de alumnos de sala de cinco cayó 8% y se espera un fuerte descenso de la matrícula escolar. La reducción casi a la mitad de la matrícula educativa potencial viene de la mano de otra información reciente, que alerta que uno de cada dos chicos de tercer grado no logra los mínimos de comprensión lectora.

Según un informe de Unicef, la caída de los nacimientos implica que para 2026 el sistema educativo podría ofrecer vacantes para todos los niños de 3, 4 y 5 años sin necesidad de aumentar la inversión, sino apenas manteniendo la misma cantidad de vacantes que en 2023. Para lograr esa meta es necesario un “trabajo fino” de planificación para reestructurar y relocalizar la oferta educativa, y así asignar los recursos y cargos docentes, salas y jardines donde sean necesarios.

Estas estrategias incluyen alternativas como la jornada escolar extendida, abrir nuevas salas, fusionarse entre las existentes, reducir la cantidad de alumnos por docente o reasignar funciones a algunos docentes. El problema implica un desafío de planificación mayúsculo.

El descenso en la cantidad de nacimientos se registra en todo el país y se aceleró a partir de 2016, que comenzó a impactar en la sala de 3 en 2019. El primer año de la pandemia (2020) marcó una caída récord: 14.7% menos interanual, que continuó los siguientes años, con particular impacto en 2022 (6.5% menos respecto de 2021) y 6.9% menos respecto de 2023.

En la última década, jurisdicciones como la ciudad de Buenos Aires, la provincia de Buenos Aires, Mendoza, Jujuy, Santa Cruz, Chubut y Tierra del Fuego tuvieron caídas mayores de natalidad respecto al promedio nacional.

El Registró Provincial de las Personas de Misiones reveló que en 2024 hubo 16.634 nacimientos. Es un 32% menos que en 2014.

Las experiencias de distintas provincias coinciden en resaltar el rol crucial del planeamiento del Estado para optimizar los recursos, así como la necesidad de una mirada atenta a la diversidad de realidades territoriales: la tendencia no es igual en todas las provincias.

En la provincia de Buenos Aires, que nuclea el 40 % de los alumnos del país, los nacimientos se redujeron casi a la mitad en poco menos de una década, pasaron de 290.000 en 2015 a 150.000 en 2024. El impacto en la matrícula empezó a sentirse en 2021 y este año llegó a tercer grado. Se espera que en 2028 ya repercutirá en las aulas de secundaria.

En la ciudad de Buenos Aires, la caída de la natalidad fue del 45 % en 10 años, también por encima del promedio nacional. Pasó de 45.280 nacimientos en 2013 a 23.988 en 2023. La reducción fue mayor en la zona sur (55.5% menos) que en el centro y norte porteño.

Por eso las autoridades ponen el foco ahora en la sala de uno y lactantes. Ya en 2024 se refuncionalizaron más de 70 salas de 4 y 5 para convertirlas en salas de 1 año. Uno de los desafíos que tiene la escuela es rediseñar para mejorar las condiciones educativas.

Los especialistas advierten que la caída de la natalidad plantea un desafío para aprovechar. Para ello, es clave la información para un mejor planeamiento y asignación de los recursos públicos. Al interpretar los datos disponibles resultó que la caída de la natalidad no fue una decisión de la política ni de los estados, sino producto de cambios culturales, sociales y económicos.

En este sentido, la política pública tiene ahora que resolver los nuevos desafíos generados por la demografía, porque el país se enfrenta a un fenómeno inédito: «la gente ya ni nace». No por una prohibición ni por una ley, sino por una serie de transformaciones profundas que van desde la economía hasta la cultura, pasando por la precarización del futuro, la incertidumbre, la soledad y una redefinición del sentido de formar familia y tener hijos.

La escuela, como siempre, no es ajena al contexto: lo refleja, lo absorbe y lo sufre. Pero también puede ser un espacio de regeneración. El descenso de la matrícula no necesariamente debe vivirse como una tragedia, sino como una oportunidad para repensar la misión educativa, mejorar la calidad, y acompañar con más profundidad y cercanía a cada niño o niña que hoy sí están en las aulas.

Como sociedad, este artículo es un llamado a despertar: no solo faltan nacimientos, también necesitamos volver a creer que vale la pena traer vida al mundo, que hay futuro posible, y que la educación puede ser semilla fértil para una Argentina más humana y esperanzada.

Por Fernando Pazos para Revista Prome