En una nueva catequesis difundida hoy, el Papa Francisco reflexionó sobre la parábola del Hijo Pródigo, recordando a los fieles el profundo amor y la misericordia infinita de Dios, quien siempre nos recibe con los brazos abiertos, independientemente de nuestras faltas. En su mensaje, el Pontífice subrayó que Jesús nos ofrece una visión auténtica del amor, liberándonos de concepciones distorsionadas que nos llevan a creer que solo podemos acercarnos a Dios en actitud de servilismo o expiación.
El Papa, que se recupera en el Vaticano tras ser dado de alta del Hospital Gemelli de Roma, dedicó su catequesis a la audiencia general de este miércoles 16 de abril. A pesar de estar en reposo por recomendación médica, Francisco continuó compartiendo sus enseñanzas a través de textos preparados con antelación, como ocurrió durante su hospitalización. En su mensaje, invitó a los fieles a reflexionar sobre el amor verdadero y la esperanza que surge de la relación con Dios.
El Papa comenzó su reflexión citando la parábola del Hijo Pródigo, una historia que ejemplifica la misericordia divina. «No importa cómo ni dónde nos hayamos perdido», destacó Francisco, «Dios siempre viene a buscarnos». Subrayó que, aunque a veces nos sentimos distanciados o extraviados, Dios no deja de buscar nuestra redención, porque el amor divino es incondicional.
El Pontífice también se refirió a las distorsiones del amor que pueden surgir en la experiencia humana, cuando, tras cometer errores, algunos caen en la creencia de que el amor se basa en la servidumbre o en la necesidad de expiar culpas. Francisco recordó que solo el amor genuino puede liberarnos de esta visión equivocada, invitando a los fieles a reconocer el perdón como un camino hacia la verdadera libertad del corazón.
En una emotiva reflexión, el Papa evocó el célebre cuadro de Rembrandt «El regreso del hijo pródigo», destacando las manos del padre en el lienzo: una masculina, la otra femenina, que simbolizan la fuerza y la ternura del abrazo divino. Según Francisco, esta imagen es un reflejo del amor que Dios ofrece a sus hijos, sin condiciones ni reproches.
Además, el Papa advirtió sobre el peligro de la ira que puede surgir en quienes, como el hijo mayor de la parábola, permanecen cerca pero distantes del corazón del padre. En este contexto, Francisco subrayó que el padre de la parábola sale a recibir también al hijo mayor, sin recriminarle, sino simplemente invitándolo a compartir la alegría de su regreso.
Concluyendo su mensaje, el Papa invitó a los fieles a reflexionar sobre su propia posición en esta historia. «¿Dónde estamos en esta hermosa historia?», se preguntó. «Pidamos a Dios Padre la gracia de encontrar también nuestro camino a casa», exhortó, recordando que la puerta de la misericordia de Dios siempre permanece abierta.
La catequesis del Papa continúa siendo una fuente de aliento para los fieles, ofreciendo un mensaje de esperanza y la certeza de que el amor divino nunca nos abandona. AICA