¿Cuándo armamos el árbol de Navidad?


En cada rincón de Argentina, el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción de María, marca una de las tradiciones más queridas del año: el armado del arbolito de Navidad. Desde las primeras horas de la mañana y en los siguientes días, familias de todas las provincias despliegan cajas llenas de adornos, luces y recuerdos, mientras resuena el eco de villancicos y risas infantiles. Este gesto simple, pero profundamente simbólico, no solo adorna los hogares, sino que también invita a reflexionar sobre el significado espiritual de esta temporada.

El valor pedagógico del armado del belén en familia

El armado del arbolito es un momento cargado de emoción y complicidad. En muchos hogares, se convierte en una tradición que trasciende generaciones. Los niños buscan los adornos más coloridos, mientras los mayores dirigen el montaje, recordando cómo lo hacían en su infancia. Las luces, esas pequeñas chispas que iluminan el árbol, evocan la estrella de Belén, símbolo de esperanza y guía hacia Cristo.

Este ritual, sin embargo, no está exento de pequeños desafíos: las luces que no encienden, la estrella que se resiste a quedar en la punta o las mascotas que ven en las guirnaldas un nuevo juguete. Pero incluso en estos detalles cotidianos, se esconde la esencia de la Navidad: aprender a disfrutar los momentos compartidos y superar las dificultades con paciencia y amor.

El Árbol: Más que una Decoración

Para los cristianos, el árbol de Navidad no es solo un adorno, sino un símbolo profundo de vida y fe. Sus raíces recuerdan nuestra conexión con Dios, mientras que sus ramas que se extienden hacia el cielo representan nuestra aspiración de acercarnos a Él. Los adornos, en toda su diversidad, simbolizan los dones y talentos únicos que cada persona aporta al mundo, reflejando la belleza del plan divino.

En este sentido, el armado del árbol puede ser también una oportunidad para un momento de oración en familia. Antes de colocar la primera esfera, se puede hacer una breve reflexión agradeciendo el año vivido y pidiendo bendiciones para la Navidad que se acerca.

Consejos Espirituales para un Árbol con Alma

  1. Coloca una Estrella en la Cima: Más allá de ser el toque final, la estrella representa a Cristo, la luz que guía nuestras vidas. Al colocarla, es un buen momento para pedir orientación en las decisiones importantes que vienen.
  2. Adornos con Historia: Rescata adornos antiguos o crea nuevos en familia. Cada uno puede simbolizar una gracia recibida o una intención especial para el próximo año.
  3. Oración al Encender las Luces: Antes de enchufar las luces, reúne a la familia para rezar. Las luces simbolizan a Jesús, la Luz del mundo, y pueden ser un recordatorio de nuestra misión de ser luz para los demás.
  4. Incluye un Pesebre Cerca del Árbol: En el centro de toda decoración navideña debe estar el pesebre, recordándonos que el verdadero sentido de esta celebración es el nacimiento de Jesús.

Un Momento para Recordar y Renovar

El armado del árbol de Navidad no es solo una actividad festiva, sino una oportunidad para reconectar con lo esencial: la familia, la fe y la esperanza. En una época donde el ruido y la velocidad de la vida cotidiana a menudo nos abruman, detenerse a decorar el árbol juntos puede ser un acto de resistencia contra la superficialidad y un retorno a lo verdaderamente importante.

Así, cada esfera colgada, cada guirnalda entrelazada y cada luz encendida no solo embellecen el árbol, sino que también iluminan los corazones. Este 8 de diciembre recordemos que, como dice una vieja tradición argentina, el mejor adorno para el árbol siempre será una sonrisa compartida.