“Los sacerdotes estamos para donarnos y ser pan para el alimento del otro”, destacó Mons. Martínez en la Fiesta Patronal del Seminario


El Seminario Diocesano Santo Cura de Ars celebró su Fiesta Patronal bajo el lema “En oración y en comunidad: peregrinos de la esperanza”. La Misa Central, inicialmente prevista para las 11 en el Patio del Seminario, se trasladó a la Parroquia Santa Catalina, debido a las condiciones climáticas adversas. A pesar del tiempo, gran cantidad de fieles se congregaron para participar en la celebración, presidida por el obispo de Posadas, monseñor Juan Rubén Martínez.

En su homilía, Mons. Martínez destacó la importancia de la Eucaristía como el núcleo de la vida sacerdotal y la espiritualidad cristiana. Reflexionó sobre la figura del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney, resaltando su humildad, dedicación y el impacto transformador de su ministerio en el pequeño pueblo de Ars. Vinculó la vida del santo con el mensaje del Evangelio, que presenta a Jesús como el pan de vida eterna, y subrayó que la verdadera vocación sacerdotal implica donación y sacrificio. Finalmente, Mons. Martínez instó a todos a vivir con amor y esperanza, siguiendo el ejemplo del Santo Cura de Ars.

 

En su homilía, Mons. Martínez comenzó expresando su gratitud y reflexión sobre la importancia de la celebración, destacando: “En el saludo inicial manifestábamos la especial alegría de esta mañana, de estar celebrando al Señor en la Eucaristía. En esta Eucaristía realizamos una profunda acción de gracias porque Él va obrando en nuestra historia, transformándola con su gracia, en una historia de salvación. Es una gracia poder celebrar con ustedes, esta Eucaristía aquí en Santa Catalina, dado que enfrentábamos la incertidumbre del tiempo. Normalmente, esta celebración se realiza en el seminario.”

El obispo también dirigió palabras de agradecimiento a los fieles y medios de comunicación presentes: “Queremos agradecerles a todos ustedes que acompañan, apoyan y rezan por nuestro seminario, que tiene al Santo Cura de Ars como patrono, a quien hoy estamos celebrando. Además, estamos muy agradecidos con los medios de comunicación, tanto de televisión como de radio, que están transmitiendo este evento. Es muy valioso que lo hagan, ya que en nuestro seminario se están formando jóvenes de toda la provincia de Misiones y de las tres diócesis. Gracias a su cobertura, muchos pueblos y lugares podrán escuchar y ver lo que estamos viviendo y celebrando, uniéndose a nosotros y diciendo amén al obrar que Dios realiza en nuestra historia, y en particular en la historia de la provincia de Misiones”.

Mons. Martínez reflexionó sobre la vida de San Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars, destacando su humildad y dedicación: “Es muy positivo que nuestro seminario lleve el nombre del Santo Cura de Ars, San Juan María Vianney. Es sorprendente que la Iglesia lo haya nombrado Patrono de los sacerdotes, y esto refleja cómo Dios actúa a veces de maneras inesperadas. A menudo decimos que Dios obra siempre al revés y que podría haber venido de una manera grandiosa, pero nació en un pesebre. De manera similar, la Iglesia ha elegido a San Juan María Vianney como patrono de los sacerdotes, a pesar de que, según las narraciones, enfrentó grandes desafíos. Le costaba aprender latín y, de hecho, hasta se planteó su expulsión del seminario porque no estaba en suficientes condiciones.”

El obispo compartió su experiencia personal en Ars: “A San Juan María Vianey lo mandan a un pueblito que por gracia de Dios pude conocer. A mí me ordenaron cuando tenía 26 años, en diciembre y en enero tuve la gracia de poder estar en Ars, un pueblito cerca de Lyon, chiquitísimo ahora todavía y en ese momento que fue el cura, tenía 250 habitantes, ni siquiera era parroquia, dependía de una parroquia vecina. A pesar de las dificultades, comenzó a realizar su ministerio con intensidad, entendiendo que la oración y el sacrificio iban a ser fecundos.”

En su reflexión sobre la vida y legado del Santo Cura de Ars, el obispo destacó que, “la vida del santo comenzó con sacrificios. Desde el principio, cuando se supo que llegaría un cura, prepararon una casa para él, no con opulencia, pero sí adecuadamente. Sin embargo, él empezó a regalar la mayor parte de las cosas, quedándose solo con lo esencial. Comenzó su tarea pastoral y, aunque la población era de solo 250 habitantes, no le faltaron problemas. La oración, la predicación, su disposición y cercanía a la gente provocaron muchas conversiones, y el pueblo comenzó a verlo como un hombre de Dios.”

Por otra parte, Mons. Martínez conectó la figura del Santo Cura de Ars con el mensaje del Evangelio del día, que presenta el capítulo 6 del Evangelio de San Juan: “Es muy bueno mencionar esto justo en este domingo. Las lecturas nos presentan el capítulo 6 de San Juan, en el que se entrelaza la conversación con el milagro del pan, que respondió a una necesidad concreta. Jesús mira a la gente con compasión y realiza el milagro de los panes, del cual leímos el domingo pasado. La gente lo buscaba insistentemente, y él les aclara que el pan que deben buscar es el pan que da la vida eterna. ¿Dónde encontramos eso? Él, Jesús, es el pan de la vida, el que alimenta y se dona para que los demás se alimenten y tengan la vida eterna.”

El obispo concluyó su homilía con un llamado a la comunidad: “Qué bueno es que nosotros podamos unir este caracú eucarístico de la misa, que podamos unirlo a nuestra vocación sacerdotal que implica muchas veces el amor, porque dar la vida no es fácil, implica cruces, implica sacrificios. Pero nuestro mundo necesita esto, el amor. Este amor que se dona y que gasta la vida. Por eso nuestro tiempo tiene tantas sombras, porque hay excesivamente cargas de corrupción y de muchos que se buscan solamente a sí mismos, pero siempre están insatisfechos, siempre. Porque solo esta llave, este código del amor que se dona y que da la vida es el que nos salva. Esto lo entendió, obviamente, nuestro santo tan querido, el Santo Cura de Ars; un hombrecito que no necesitó hacer grandísimas cosas. Amó, amó con intensidad lo que hizo. Y porque amó con intensidad, esto se irradió por todos lados. En ese momento, desde un pueblecito a Francia, a Europa y a través del tiempo, la Iglesia lo proclamó patrono de los sacerdotes.”

Finalmente, monseñor Juan Rubén Martínez hizo un pedido especial de oración por el seminario: “Pidamos por nuestro seminario, decimos el corazón de las diócesis de nuestra provincia, pidamos para que sea un centro que desde el amor irradie esto a todos los cristianos y que todos lo entendamos para que podamos mejorar nuestro mundo y tener entonces, esperanza.”