Este 18 de julio, se conmemoran 30 años del ataque terrorista a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, un evento que dejó una marca indeleble en la historia del país y sigue resonando en la memoria colectiva de la sociedad argentina. Este atentado, que resultó en la muerte de 85 personas y más de 300 heridos, es considerado el ataque terrorista más grave que ha sufrido Argentina y el segundo más significativo en el continente americano, después del ataque a las Torres Gemelas en 2001.
Un ataque a la integración y la comunidad
En 1994, la AMIA celebraba su centenario. La comunidad judía argentina, en un esfuerzo por honrar sus raíces y promover la educación y la cultura, organizaba diversas actividades conmemorativas. El ataque del 18 de julio buscó no solo destruir físicamente la sede de la AMIA, sino también socavar el símbolo de integración y convivencia que representaba.
La explosión devastadora no solo cobró vidas y causó destrucción, sino que también generó un profundo temor en la sociedad. La reconstrucción de la sede de la AMIA en el mismo lugar, a pesar de la oposición inicial de los vecinos, fue un acto de resiliencia y determinación por parte de la comunidad judía y argentina en su conjunto.
Rol social y solidario de la AMIA
Durante la crisis económica de 2001, la AMIA se destacó por su rol social, brindando asistencia a miles de familias sin importar su religión. Su bolsa de trabajo, inicialmente destinada a miembros de la comunidad judía, se expandió rápidamente y recibió el reconocimiento y apoyo de gobiernos nacionales y provinciales, así como del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La lucha contra el terrorismo continúa
Treinta años después, la AMIA sigue siendo una voz importante en Argentina en la lucha contra el terrorismo. La institución continúa organizando actos conmemorativos cada 18 de julio, manteniendo viva la memoria de las víctimas y promoviendo campañas de concientización sobre el terrorismo.
El ataque del 7 de octubre de 2023 por la organización Hamas en Israel, que incluyó la muerte y secuestro de cientos de personas, entre ellos argentinos, volvió a poner en evidencia la amenaza del terrorismo internacional. La AMIA ha sido instrumental en visibilizar estos problemas y presionar por la liberación de los rehenes.
Fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
Recientemente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Argentina por violaciones a los derechos humanos en relación con la investigación del atentado a la AMIA, señalando un «esquema estatal perpetrado para encubrir los acontecimientos criminales». En respuesta, el presidente Javier Milei anunció la redacción de un proyecto de ley para reactivar la investigación, aunque persisten dudas sobre su efectividad.
El fallo y las investigaciones señalan a Hezbollah y la República Islámica de Irán como los principales responsables del ataque. La causa sigue paralizada, y la extradición de los sospechosos iraníes se encuentra en un estado de impunidad. La investigación del financiamiento del terrorismo se presenta como un camino viable y necesario para avanzar.
El enfoque en el seguimiento del dinero y el financiamiento del terrorismo, un delito imprescriptible, puede ofrecer nuevas esperanzas de justicia. La implementación de este nuevo paradigma es crucial para reencauzar la investigación y cumplir con el derecho a la verdad y justicia que las víctimas y la sociedad argentina merecen.
El atentado a la AMIA no solo fue un ataque a una institución, sino también a los valores de integración y convivencia que representa. Treinta años después, la búsqueda de justicia continúa, y es imperativo que las autoridades argentinas y la comunidad internacional sigan trabajando juntas para desentrañar la verdad y asegurar que tales tragedias no se repitan.