El Obispo Eduardo García alerta sobre la devastación del narcotráfico en La Matanza


En un fervoroso llamado a la acción, el obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, advirtió sobre el creciente impacto del narcotráfico en las comunidades marginales, describiéndolo como una “matemática nefasta”: “A medida que crece el hambre, aumenta el narcotráfico”. Sus palabras resonaron durante una marcha y misa llevadas a cabo para exigir un “Basta de drogas en La Matanza”.

La movilización, enmarcada en el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, reunió a las comunidades diocesanas de San Justo y Gregorio de Laferrere el pasado 26 de junio. Con el lema “Basta de drogas en La Matanza”, los manifestantes marcharon desde la Rotonda de Tablada y desde el kilómetro 29 en González Catán, convergiendo en la iglesia San Cayetano en Isidro Casanova.

La misa fue presidida por monseñor Jorge Torres Carbonell, obispo de Gregorio de Laferrere, con la concelebración de monseñor Eduardo García y varios sacerdotes de las comunidades matanceras. En su homilía, García destacó que la problemática del narcotráfico no es nueva, pero ha escalado de manera alarmante: “Han pasado muchos años y la droga, el narcotráfico y las adicciones han aumentado de una manera descomunal”.

El obispo enfatizó la necesidad de concientizar sobre esta realidad oculta: “Nosotros queremos ayudar a tomar conciencia, porque son cosas que no queremos ver, pero que están”. Asimismo, subrayó el profundo impacto en las familias, señalando que “la droga se cobra vidas y también se va cobrando el futuro y los sueños”. Expresó el dolor de muchas madres que no saben cómo ayudar a sus hijos atrapados en este flagelo.

La jornada concluyó con un llamado a visibilizar esta cruda realidad y a unir esfuerzos para combatir la proliferación del narcotráfico en las comunidades más vulnerables. “Hay que hacer visible esta realidad”, instó monseñor García, en un intento por movilizar a la sociedad hacia una solución efectiva y compasiva ante esta crisis.

“La droga se cobra vidas, y también el futuro y los sueños”

Homilía de monseñor Eduardo García, obispo de San Justo en la misa por el día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas (26 de junio de 2024)

En su resolución 42/112, el 7 de diciembre de 1987, la Asamblea General decidió celebrar el 26 de junio el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas para mostrar su determinación en reforzar la actuación y la cooperación para alcanzar el objetivo de una sociedad internacional libre del consumo de drogas.

Es bueno aclararlo para que ningún medio amarillista diga que la Iglesia en Argentina quiere marcar, desde la droga, un lugar de oposición.

Tené misericordia de nosotros, es el grito de los leprosos marginados de la vida y sin esperanza de futuro a Jesús que pasa.

Hay guerras que comienzan siendo invisibles, pero cuando el campo de batalla se agiganta y las víctimas son cada vez más, no se pueden ocultar. En este Día Internacional de Lucha contra la Droga, nos encontramos sumergidos además de las guerras particulares que se dan en muchos lugares del mundo, en una guerra global; que nos coloca ante un desafío decisivo que es también global: combatir el flagelo de las adicciones y el narcotráfico que, como un virus devastador, azota a nuestras comunidades y atraviesa la sociedad como una pandemia que vino para quedarse. Lo que hace casi 100 años era una excentricidad de algunos… ya lo decía el tango “no se conocía coco ni morfina”… cocó no era el nombre de una bailarina…la cocaína que se metía para alegrar la vida de los muchachos bien. Hoy, las drogas de la mano del narcotráfico, como sicarios de la muerte, siembran dolor, destrucción y desesperanza en nuestras calles, arrebatando sueños, futuro y esperanza a millones de personas en todo el mundo.

Tené misericordia de nosotros es el grito silencioso de muchos frente a la droga que, con la sagacidad de un virus se va metiendo en una sociedad y en vidas que tienen las defensas bajas. Detrás de cada adicción hay una historia de dolor y sufrimiento. El consumo aparece entonces como un refugio ante realidades insoportables, un escape del dolor profundo que carcome el alma, sobre todo en los jóvenes que, ante la presión social o situaciones personales, encuentran en las drogas una salida rápida, una falsa promesa de alivio a su angustia y desconcierto. Lo engañoso de olvidarse por un momento, perpetúa un ciclo vicioso de sufrimiento y destrucción aprovechados de manera criminal por los asesinos del narcotráfico.

Tené misericordia de nosotros es el grito angustioso de muchas comunidades. La droga, como todo virus, ataca las zonas más débiles y hoy en la pobreza y la exclusión social las drogas y el narcotráfico tienen el caldo de cultivo más generoso. La falta de oportunidades, recursos básicos y una mirada confiada a largo plazo empuja a muchos, especialmente a los jóvenes, a buscar en las drogas una salida más fácil a sus problemas. Somos testigos de la nefasta matemática en nuestros barrios que, a medida que crece el hambre y la falta de trabajo, crece el consumo y el narcotráfico como un estado paralelo que aparentemente te saca del pozo y de la necesidad del hoy, pero te entierra para siempre. Combatir las drogas implica también luchar contra estas condiciones que las alimentan. Seguirá reinando la droga mientras no haya educación, salud, condiciones dignas de vida y de trabajo, que son los motores que impulsan a no dejarse llevar por la marea de la desesperanza y a ponerse de pie frente a la Vida.

Tené misericordia de nosotros es el grito tembloroso de muchos jóvenes frente a este virus letal. La droga es el delincuente silencioso que no solo destruye vidas y familias; sino también sueños, metas, planes, imaginación y el sentido de vivir lo más hermoso de la vida. Jóvenes talentosos que abandonan sus estudios, deportistas prometedores que renuncian a sus sueños, artistas que pierden su visión creativa, pibes de los barrios que cambian un libro por un arma… La lucha contra las drogas también es una lucha por proteger los sueños y aspiraciones de nuestra juventud, por un futuro donde, una sana y buena realización personal sean posibles.

Tené misericordia de nosotros es el grito de impotencia de tantos. La lucha contra las drogas también es una lucha contra la corrupción que se filtró en nuestras fuerzas de seguridad, el sistema judicial y el ámbito político y empresarial. La complicidad de algunos en estas áreas facilita la expansión del narcotráfico y la destrucción de vidas. Sin transparencia, integridad y responsabilidad en quienes ocupan posiciones de poder, se hace inútil todo esfuerzo. Por mucho que nos duela, no podemos ser ingenuos, si la droga sigue invadiendo impunemente nuestros barrios no es, sin que alguien sepa, sin que alguien mire para otro lado y sin que alguien cobre. No podemos dejar que unos pocos corruptos saboteen los esfuerzos de tantos otros que trabajan incansablemente por una vida buena para sus hermanos.

Tené misericordia de nosotros, es hoy nuestro grito. No podemos permitir que las drogas sigan robándonos vidas. Cada vida salvada es una victoria en esta batalla. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar. Ya sea a través de la educación, el apoyo a políticas públicas o simplemente ofreciendo una mano amiga, todos podemos contribuir a un mundo libre de adicciones y del negocio del narcotráfico. Las organizaciones comunitarias, los centros de rehabilitación y las iniciativas de voluntariado son luz de esperanza que demuestran que la recuperación es posible y que hay caminos hacia una vida mejor.

Cada vez que una comunidad, una parroquia o una capilla se levanta contra las drogas, está defendiendo la esperanza y el derecho de todos a un futuro lleno de posibilidades. Luchamos por la vida de nuestros jóvenes, la salud de nuestras comunidades y la integridad de nuestras familias recogiendo las lágrimas de tantas madres, hermanos y hermanas que viven en su carne este dolor.

Tené misericordia de nosotros, porque sabemos por experiencia que en los barrios donde las drogas mandan, la lucha es de cada minuto tratando de proteger a los pibes y las pibas de las tres C asesinas de la calle, la cárcel y el cementerio, con las tres C del colegio, club y capilla con el estilo de Dios que propone Francisco: cercanía, compasión, cariño.

La lucha contra el uso de drogas y el narcotráfico es un compromiso colectivo que implica otras tres C: cuidar, contener y construir. Cuidar: estar atentos, ofrecer apoyo y compasión a quienes enfrentan esta batalla diaria. Tender una mano amiga, escuchar desde el propio dolor. Contener, abrazando el dolor sin estigmatizar a las víctimas, crear espacios seguros y libres, fortalecer nuestros lazos comunitarios y proteger a nuestros chicos y jóvenes de las trampas destructivas de la droga. Construir es educar, informar y proporcionar recursos para la recuperación y la prevención. Construir implica edificar un entorno donde la esperanza y las oportunidades prevalezcan sobre el oscuro mundo de las drogas.

En este día, renovamos nuestro compromiso de cuidar a quienes luchan, contener en la batalla cotidiana, construir un futuro donde la salud, la esperanza y la dignidad sean el legado que dejamos a las futuras generaciones; y lo hacemos desde la C grande de la comunidad, espacio de amor fraterno con la camiseta de Jesús. Juntos podemos hacer la diferencia y desde nuestros barrios y comunidades construir un mundo más sano y esperanzador.

Mons. Eduardo García, obispo de San Justo

Mensaje de los Curas en Barriadas Padre Bachi

En el marco de la marcha y de la misa, los Curas en Barriadas Padre Bachi difundieron este mensaje.

Una vez más se conmemora el día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, y en esta jornada de memoria la Iglesia católica en La Matanza quiere volver a manifestar su más profunda preocupación. La falta de comida y trabajo, así como el exceso de drogas y armas son los problemas más graves que tiene nuestro pueblo en este momento.

Es que día a día constatamos la creciente penetración del narcotráfico en nuestros barrios. No es una exageración. Cada vez vemos más jóvenes enredados en los circuitos de la droga, cada vez recibimos más familias llorando, cada vez está más difícil acompañar.

Pero aun cuando desde la tierra firme de los centros urbanos se pueda tener alguna noticia de lo que denunciamos, el rostro más mordaz del problema no se puede constatar sino en el contacto directo con las vecinas y vecinos de los barrios populares.

Estamos frente a un problema que atraviesa a toda la sociedad, pero que usa a los olvidados para esconderse, y seguir creciendo de manera inadvertida. En este punto, comprobamos que el mercado, por sí mismo, va encontrando las mejores oportunidades. Así, el mercado de la droga crece (pareciera ser el único mercado que crece en este momento), encontrando su oportunidad inmejorable en los barrios que nadie mira, en los que la salud, la educación, la seguridad, parecieran ser solamente un lindo discurso, o un recuerdo de los buenos tiempos.

Este es el pan de cada día en los barrios populares. Pero cada tanto, y cada vez con mayor frecuencia, el problema irrumpe en la escena común, a través de un episodio de violencia, de una noticia que salta a la escena mediática. Y entonces todo se convierte en un escándalo, y el tema le da carne al fuego cruzado de las acusaciones políticas, hasta que un par de días después, otra noticia de otro orden, entra en la escena y este problema se olvida y vuelve a esconderse.

El problema es muy complejo, sobre todo cuando uno constata la complicidad de la policía, la justicia y la política. Con tanta corrupción, son irrisorias y dan miedo las propagandas de la bukelización.

La mejor respuesta es, sin dudas, generar oportunidades para el desarrollo humano integral, garantizar el acceso a los derechos. Cuando los jóvenes pueden disfrutar de ir a la escuela, tienen acceso a buenas alternativas para darle sentido al tiempo libre, entonces la droga y las armas no son la única opción.

Por eso todos esos pseudo-periodistas que atacan la organización de la comunidad para la prevención, son absolutamente funcionales al narcotráfico. Porque la alternativa es vital: derechos o barbarie, Estado o Narcotráfico.

A 50 años del asesinato de Carlos Mugica, vemos que por acción y omisión, lo siguen lo matando. Que la Virgen nos ayude a salir de las confrontaciones inútiles, antes que sea demasiado tarde.

AICA