Durante su homilía en la Misa de Vigilia de Pentecostés en el Estadio Bentegodi de Verona, el Papa reflexionó sobre la centralidad y el poder transformador del Espíritu Santo en la vida de los cristianos.
Francisco dejó de lado la homilía preparada para la ocasión y se dirigió a los más de 30.000 fieles congregados hablándoles espontáneamente.
El Pontífice evidenció que hoy, como en los tiempos del apóstol Pablo, muchas comunidades cristianas no saben qué es el Espíritu Santo. Algunos confunden el término ‘paráclito’ con paralítico, – afirmó – relatando una experiencia suya en una misa con niños.
“Él – explicó – es quien nos lleva adelante, quien nos ayuda a avanzar, quien nos hace desarrollar la vida cristiana. El Espíritu Santo está dentro de nosotros”. El Santo Padre señaló que todos hemos recibido al Espíritu Santo con el Bautismo. Una experiencia que se refuerza aún más con la Confirmación. Y a continuación, preguntó:
El coraje del Espíritu para vivir cristianamente
Recordando que hoy celebramos la fiesta del día de la venida del Espíritu Santo, el Obispo de Roma invitó a pensar en los apóstoles, que estaban encerrados en el cenáculo y tenían miedo. Y a cómo, cuando llegó el Espíritu Santo “les cambió el corazón y salieron a predicar con valentía”.
Muchas veces – constató el Papa – encontramos cristianos que son como el agua tibia: ni caliente ni fría. Les falta valor. De ahí su invitación a rezar y encomendarnos al Espíritu porque “el Espíritu nos da el coraje de vivir cristianamente”.
El Espíritu crea la armonía de la Iglesia
A continuación, Francisco destacó que el Espíritu Santo fomenta la armonía y la unidad. Recordando que en Pentecostés estaban presentes personas de todas las naciones, lenguas y culturas aseguró que el Espíritu, con esas personas, “edifica la Iglesia”. No nos hace a todos iguales, somos todos diferentes pero “con un solo corazón, con el amor que nos une”.
El Espíritu es lo que nos salva del peligro de volvernos todos iguales. Todos somos redimidos, todos amados por el Padre, todos enseñados por Jesucristo. ¿Y qué hace el Espíritu? Hace eso: «el conjunto de todos». Hay una palabra que explica bien esto: el Espíritu crea la armonía. La armonía de la Iglesia. Cada uno distinto del otro, pero en un clima de armonía.
“Éste es el milagro de hoy: tomar a hombres cobardes con miedo y hacerlos valientes; tomar hombres y mujeres de todas las culturas y hacer de ellos una unidad de todos, hacer la Iglesia”, señaló el Pontífice.
Finalmente, el Papa invitó a todos a pensar en la propia vida:
Todos necesitamos armonía. Todos necesitamos que el Espíritu nos dé armonía en nuestra alma, en nuestra familia, en la ciudad, en la sociedad, en el trabajo. Lo contrario de la armonía es la guerra, es luchar unos contra otros. (…) Y con los apóstoles, el día que llegó, estaba Nuestra Señora, la Virgen María. A Ella le pedimos que nos dé la gracia de recibir el Espíritu Santo; que Ella, como Madre, nos enseñe a recibir el Espíritu Santo”.