Han pasado 42 años desde aquel día en que Argentina amanecía con la incertidumbre de la guerra y nuestros muchachos comenzaban a marchar hacia el Atlántico Sur, en busca de un sueño y una reivindicación histórica, entretejida con un contexto político ajeno a los ideales de quienes con entereza, asumían el reto con verdadero sentido de Nación, de Patria.
A ellos, a nuestros Veteranos y Héroes de Malvinas, nuestra sincera gratitud y nuestro homenaje por el valor asumido, aún en condiciones precarias, en clara desventaja frente a las fuerzas inglesas, que estaban mejor preparadas y contaban con un armamento superior en fuerza.
A tantos años de aquella mañana, que dos meses después terminaría con la rendición de las fuerzas argentinas, pedimos a Dios paz para los Veteranos, el consuelo para las familias de los que no regresaron, y serenidad para reflexionar en nuestro interior acerca de los caminos de diálogo y paz necesarios para superar las controversias, porque “la guerra, nunca soluciona nada”.
“La Patria tiene que acordarse de ellos. No puede excluir de su recuerdo a ninguno que fue convocado, tiene que hacerse cargo de tantos corazones con cicatrices y decirles gracias, a los que quedaron en las islas o sumergidos en el agua, a todos…La Patria debe reconocerles las cicatrices y decirles un gracias generoso y en justicia”. [Cardenal Bergoglio, 3 de abril de 2012].