Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para el 3° domingo de Adviento
Los textos bíblicos de este tercer domingo de Adviento nos llaman a animarnos y a no perder la esperanza. La figura de San Juan Bautista, desde su austeridad profética, nos exhorta a convertirnos. Él es el profeta de la verdad. No dudó en denunciar a Herodes y en dar la vida por lo que creía.
Sólo volviendo a Dios podremos celebrar bien la Navidad, cuando nos disponemos a construir «sobre roca» y no «sobre arena», es decir, desde las mentiras. Cuando con humildad somos capaces de revisarnos y evaluar cómo estamos construyendo, nos encaminamos a realizar un examen de conciencia y nos introducimos en el camino de reconciliación que nos permite como al hijo pródigo volver a la casa del Padre.
Desde la verdad, cada uno debe realizar un examen de conciencia, una mirada sobre la propia realidad: La verdad nos lleva a encontrarnos con nuestros límites y pecados. Pero esta evaluación debe ser personal y comunitaria, por eso «Navega mar adentro» un documento de la Conferencia Episcopal Argentina es muy concreto cuando dice: «Una conversión es incompleta si falta la conciencia de las exigencias de la vida cotidiana y no se pone esfuerzo de llevarlas a cabo. Esto implica una formación permanente de los cristianos en virtud de su propia vocación, para que puedan adherir a este estilo de vida y emprender intensamente sus compromisos en el mundo, desarrollando las actitudes propias de ciudadanos responsables» (NMA 96).
En una carta al Pueblo de Dios escrita por los Obispos argentinos hace algunos años decíamos: «La verdad es un valor fundamental que desde siempre la humanidad busca ansiosa. Tiene una dimensión objetiva que fundamenta la actividad del hombre, posibilita el diálogo, fundamenta la sociedad e ilumina sobre la moralidad de los comportamientos de los ciudadanos y de los grupos sociales: verdad de la naturaleza del hombre, de la vida, de la familia, de la sociedad. Verdad, también de los hechos acaecidos… La verdad es en consecuencia, también un valor fundamental en la Doctrina Social de la Iglesia. Al respecto ella nos dice: Los hombres tienen una especial obligación de tender hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente. Nuestro tiempo requiere una intensa actividad educativa y un compromiso correspondiente por parte de todos para que la búsqueda de la verdad sea promovida en todos los ámbitos y prevalezca por encima de cualquier intento de relativizar sus exigencias o de ofenderla» (La doctrina social de la Iglesia, una luz para reconstruir la Nación 27-28).
Sabemos que nuestro tiempo no se presenta fácil. «La Verdad» no es habitualmente un principio constitutivo en las diversas construcciones sociales, políticas y económicas en nuestra cultura. La crisis de la civilización y de valores está en gran parte causada por haber construido muchas veces desde la corrupción y la mentira. Lamentablemente estas formas de construcción social no sólo se dan en la dirigencia social, que desde ya tiene mayor responsabilidad, sino que se han popularizado llegando a veces a considerar como normal un fin bueno para justificar el uso de cualquier medio para alcanzarlo. Es bastante habitual que a la hora de pesar opciones, personas o actitudes no se consideren suficientemente algunos principios como la justicia y la verdad en nuestras decisiones y juicios. La falta de honestidad en las pequeñas o grandes corrupciones en el manejo del dinero son un flagelo, y siempre causan pobrezas de todo tipo.
El Adviento de este año nos lleva a rezar pidiendo y agradeciendo. Agradecemos la piedad popular expresada en las fiestas marianas de estos días. La fe de nuestro pueblo nos llena de esperanza. Queremos agradecer la ordenación sacerdotal de los padres Bruno, César y Leonardo y las ordenaciones diaconales de Leosvardo y Esteban. También celebramos con gratitud este fin de semana la beatificación del Cardenal Eduardo Pironio: sin dudas un gran testimonio de fe y esperanza para nuestro tiempo. Todo lo ponemos en las manos de Dios y de nuestra Madre para que podamos responder mejor a la evangelización y a los desafíos que se nos presentan.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas