El Papa Francisco dijo que los inmigrantes que corren el riesgo de ahogarse en el mar “deben ser rescatados”, al explicar que se trata de “un deber de humanidad” y que quienes impiden estas acciones cometen un “gesto de odio”.
Francisco, de 86 años, habló en un servicio de oración interreligioso ante un monumento dedicado a los desaparecidos en el mar. Anteriormente, el arzobispo de la ciudad, el cardenal Jean Marc Aveline, un francés nacido en Argelia, criticó a los políticos que impiden que las ONG y sus barcos salven a personas que se están ahogando.
“No podemos resignarnos a ver a seres humanos tratados como moneda de cambio, encarcelados y torturados de manera atroz”, dijo el Sumo Pontífice. “Ya no podemos presenciar el drama de los naufragios, provocados por el cruel tráfico y el fanatismo de la indiferencia”.
El Papa añadió: “Las personas que corren el riesgo de ahogarse cuando son abandonadas en las olas deben ser rescatadas. Es un deber de la humanidad; es un deber de la civilización”.
Algunas ONG se quejaron de que los gobiernos han bloqueado la salida de algunos de sus barcos de los puertos del Mediterráneo por razones que consideran injustificables. Algunos también se han quejado de que sus barcos se ven obligados a atracar en puertos alejados de las zonas donde suelen encontrarse las embarcaciones de inmigrantes.
Aveline dijo que, al bloquear a los rescatistas, las “instituciones políticas” cometen “un delito tan grave” como los crímenes de los traficantes de personas. Momentos después, Francisco se salió del discurso oficial para agradecer a los grupos que rescatan a migrantes.
“Muchas veces te impiden salir porque, dicen, al barco le falta algo, le falta esto, le falta aquello. Son gestos de odio contra los hermanos”, afirmó. “Gracias por todo lo que hacen”.
Ni el Papa ni Aveline nombraron a ningún gobierno del Mediterráneo durante el servicio, que tuvo ecos de la primera visita de Francisco como Papa en 2013, a Lampedusa, donde rindió homenaje a los inmigrantes que murieron en el mar y condenó “la globalización de la indiferencia”.