Mons. Martínez pidió por “la paz verdadera, el pan, y el trabajo digno y no precario”


En la homilía de la misa central de las 17 horas del lunes, en honor a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo, el obispo de la diócesis de Posadas Monseñor Juan Rubén Martínez, se refirió al santo patrono como «un Santo tan querido en la Iglesia y especialmente querido en nuestra patria”.

Asimismo, y a pesar de las inclemencias del tiempo que imposibilitaron la realización de la misa en la explanada, el obispo manifestó «estar celebrando la Santa Eucaristía con mucha alegría. La lluvia nos jugó en contra y no pudimos realizar la misa afuera, pero como hacía falta la lluvia, entonces bienvenida sea”.

En esta misma línea Mons. expresó: “Qué bueno es que podamos celebrarlo así, desde la mañana temprano en la parroquia en donde ha habido misas con la permanente presencia de la gente”.

Inmediatamente, Juan Rubén Martínez, agradeció “a todos los que están participando, pero también a través de los medios de comunicación, a muchos hermanos y hermanas nuestros que a través de los medios pueden seguir también la Eucaristía en este día. Agradecemos la presencia del vicegobernador que está entre nosotros, y a la gente de la Subsecretaría de Culto. Gracias por participar como pueblo de Dios».

Posteriormente, el obispo de la diócesis expuso: “Venimos a agradecer y también a pedir en tres temas que son tan importantes: la paz, el pan y el trabajo. Qué bueno es que tengamos la referencia de San Cayetano, porque Cayetano vivió hace mucho tiempo atrás, en el año 1480 y su vida transcurrió más bien en el siglo XVI”.

En relación a la familia del Santo, Monseñor contó: “Los padres eran condes y seguramente Cayetano, tenía un pasar muy bueno en su vida. Pero él, encontró a Dios y quiso dar su vida a Él. Así vivió Cayetano, uno dice en un tiempo bastante difícil, pero uno cree que nuestro tiempo es el más difícil. Y en la historia siempre hubo momentos difíciles”, recordó.

Al respecto mencionó que «Cada tiempo tuvo lo suyo. Nosotros tenemos lo nuestro, pero nuestros antepasados también han tenido lo suyo. Y en ese contexto, Cayetano entendió la respuesta que tenía que dar a Dios, él la captó. Cayetano estaba bien, de hecho estaba trabajando y de pronto, sintió el llamado de Dios y armó una congregación con varios que lo siguieron, que se llaman los teatinos».

«San Cayetano, fue desarrollando un criterio que sabía que era la mejor respuesta para su tiempo, que se trataba de entenderlo a Dios como el tesoro principal y poner todo en el sentido de la providencia”.

Por consiguiente Mons. Martínez analizó la vida de Cayetano. En este sentido relató: “Él se dedicó a ponerlo a Dios como centro, viviendo en la austeridad, casi de las limosnas, Todo lo que le daban, él lo iba poniendo en la comunidad, especialmente a los más pobres y necesitados, en relación a hospitales y a ayudas a los demás. Cayetano tuvo una relación muy directa con la situación de pobreza de su tiempo y fue un testimonio muy fuerte para sus contemporáneos”.

En relación a cuando Cayetano fue reconocido como santo, Martínez especificó: “La devoción creció en muchos lados. En el caso de nuestra patria, con una peculiaridad que no en todos lados es igual, porque la característica de acá,  es que nosotros pedimos, por la paz, por el pan y el trabajo. Y hoy queremos pedir estas tres cosas”.

Sobre este pedido específico hacia San Cayetano añadió:En primer lugar queremos pedir primero por la paz, porque es muy duro lo que está pasando en Ucrania y lo sufrimos todos. Ni hablar Ucrania como país, pero es cierto que no es la única de las violencias”.

“Hay violencias de todo tipo en el mundo, de diferentes maneras y que dañan mucho. Por eso le pedimos a San Cayetano por la paz, la verdadera, la que da armonía en el corazón de la gente y en el corazón de los pueblos”, aseguró.

Al mismo tiempo, Mons. se explayó en su pedido: “Queremos pedir también por el pan y el trabajo. Muchas veces digo, tendría que ser al revés: por el trabajo y por el pan, porque lo bueno es comprender que el pan pueda ser fruto del trabajo. Que la gente pueda comer, pueda vivir con dignidad, pero fruto de un trabajo digno. Así que pedimos por el trabajo y obviamente por el pan, que significan tantísimas cosas”.

“Además de pedir, tenemos que agradecer, porque hay muchos que tienen trabajo digno, y cuando decimos trabajo digno, hacemos referencia al trabajo que tiene los aportes correctos, que es el trabajo que tendría que tener toda persona para vivir con dignidad. Así que, al mismo tiempo, queremos pedir por ese trabajo».

Al instante, y mientras hablaba sobre el trabajo de las personas, Mons. Martínez comentó la situación actual del país: “En nuestra realidad, a veces pasa que, aún con trabajo digno, no se puede vivir con total dignidad. Ese es uno de los flagelos de nuestra época”, aseveró.

Acerca de este tema, puntualizó: “El hombre se realiza con el trabajo y es bueno pedir por eso. Porque sabemos que el trabajo plenifica la dignidad humana. Por eso, en los textos bíblicos de la creación, ya ahí se señala que nos dignificamos con el trabajo. El hombre tiene la capacidad de crear con el trabajo, de plasmar con lo que expresa, a partir de la creatividad en el mismo».

«¡Qué lindo es cuando la gente, puede trabajar en lo que le gusta, y cuando coincide la vocación con el trabajo que realiza! Eso plenifica mucho”.

Del mismo modo, el obispo de la diócesis de Posadas consideró, que «también es cierto que mucha gente trabaja en lo que puede, y eso es parte de la realidad del país. ¡Qué bueno sería que coincida siempre la vocación y el trabajo, y cuando no coincide, también hay que agradecerlo. Pero lo más pleno es eso, poder hacer lo que uno tiene como vocación, porque eso plenifica”, insistió.

A razón de las condiciones laborales en la Argentina, Monseñor Martínez expresó: “Hoy en día, tenemos que pedir por mucha gente que no tiene un trabajo digno, porque hay mucho trabajo precarizado. Este es un problema mundial y lo señalo como eso. Porque es una grieta que se va profundizando en todo el mundo. La cantidad de pobres, va creciendo y la cantidad de pocos que tienen mucho también”. Cada vez son muchísimos más lo que van pasando de ser clase media a pobre, y es una grieta que se profundiza”.

 

Generar trabajo para combatir la pobreza en el país

Refiriéndose al tema, el obispo Martínez reveló: “Creo que en estos días tendrían que estar todos preguntándose, ¿cómo generar trabajo? Cuando estamos en época de proyección hacia el futuro, de elecciones, esa sería una pregunta a la cual no es muy fácil de responder. Pero sería como la clave de la dignidad de las personas”.

Del mismo modo, acentuó acerca de la situación de aquellos “que tienen trabajos precarios y los que no tienen trabajo y están desocupados. Mucha gente dice: `muchos no trabajan porque son vagos`, y puede ser que haya gente que sí lo sea, como siempre la hubo. Eso siempre hay, pero no es tan así. Porque cuando se generaliza que no trabajan porque son vagos, decir eso, es no entender la realidad. Porque la falta de trabajo está ligada con la pobreza” reclamó, Monseñor.

“Muchas veces no nos damos cuenta que la pobreza crece porque ya en la niñez tantísimos niños viven situaciones de marginalidad; niños que no se alimentan bien. Y uno de los más graves problemas de la niñez, es cuando en esa etapa no pueden acceder a las cosas más esenciales y básicas”.

“Porque un niño desnutrido, posteriormente no podrá estudiar en iguales condiciones que los demás, o no podrá conseguir un trabajo en igual condiciones que los demás. Hay muchos que son hijos de padres y familias que viven circuitos de pobreza y terminan siendo condenados”.

“De esta forma”, habló  Mons. en su homilía, “por ahí algunos con desprecio, plantean este problema, que tendría que ser un problema que nos implique a todos para poder revertirlo. ¡Qué poco escuchamos en las propuestas de este tiempo, cómo salir de la pobreza, y cómo salir de estos circuitos que son flagelos, y que nos dañan gravemente!”.

«Al respecto, algunos plantean como solución, sacar todos los planes. Y si querés sacarlos”, advierte Monseñor, “primero hay que darle trabajo a la gente, porque si no, se va a provocar un desastre, porque la gente va a quedar en la marginalidad total. Por eso, este tema no es un tema accidental, nos tiene que preocupar a todos y mucho más a nosotros como cristianos”.

 

Actuar desde la caridad

Al momento de referirse al accionar de los cristianos, Monseñor enunció: “No podríamos entender la vida de Cayetano y la santidad, si no está ligada a la caridad. Nuestras comunidades y todos nosotros, tenemos que preguntarnos si nuestra fe, ¿está ligada a la caridad, a estas situaciones que se dan en nuestro tiempo? Pero siempre tendremos que estar ayudando de manera solidaria”, exhortó.

En este sentido habló que “una comunidad no es católica, no es cristiana, sino es solidaria y no vive la caridad. Podremos ser muy devotos, aparecer como religiosos,pero si no vivís la fe con obras, tu fe no es cristiana. Así lo dice Santiago en su carta, que probemos la fe con nuestras obras. Entonces ahí podremos nosotros identificarnos y llamarnos cristianos”.

De esta forma, consideró que “un cristiano egoísta no es cristiano. Tendrá rituales, tendrá liturgias paganas, pero no liturgias cristianas. Porque eso, implica la solidaridad con nuestros hermanos. Pidamos a San Cayetano, ser comunidades solidarias, porque esto nos enseñó Jesús, en su palabra”.

Casi por terminar con su homilía, el obispo recordó la parábola del Buen Samaritano: Cuando Jesús le cuenta a un doctor esta parábola:

«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo.

Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él.

Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: «Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.» ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? » El doctor dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Le Dijo Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.» Lc 10,29-37.

Sobre la parábola Mons. expuso: “La palabra de Dios lo pone específicamente, porque el samaritano no era querido por la comunidad judía, eran como los que vivían en las afueras. Y sin embargo, él que no vivía la fe como la vivían ellos, los que se creían mejores, fue el que se acercó y se hizo cargo y ayudó a ese herido en el camino”.

“Del mismo modo, si Jesús pone esa parábola, es para enseñarnos que nosotros también, no podemos ser los que pasan de largo ante los problemas y miran para otro lado”.

“Tenemos que ser cristianos que se hacen cargo, tratando de ayudar desde lo que se pueda, siendo solidarios y siendo samaritanos. Nuestra respuesta como la de Cayetano, tendrá que ser la solidaridad. Pidámosle en esta Eucaristía a San Cayetano para que nos otorgue la paz, el pan y el trabajo”, concluyó el obispo.