“Perreo” y letras subidas de tono. ¿Los chicos están hipersexualizados?


“A mi hija le re gusta Tini, pero no le pongo los videos porque los más chiquitos, de 2, 3, 4 años, tratan de imitar la ropa”, fueron las palabras del actor y animador infantil Diego Topa. “Lo que se pone en los videos, que está sexualizado, para los más chiquitos no está bueno”, agregó, aunque también dejó en claro que él escucha las canciones de la artista y que siente un gran aprecio por la intérprete de la triple T: “Yo la amo, la veo y la quiero”, cerró el animador.

Es que el tema, está claro, no es Tini Stoessel. Se trata, más bien, de una camada de jóvenes cantantes que arrancaron sus carreras siendo chiquitas y hoy ya son mujeres, pero mantienen la fidelidad del público infantil. En otras palabras: ellas crecieron, pero aún las siguen los chicos. Y así es cómo las letras que hablan de amores, de sexo o de las ambivalencias de la adultez comienzan a chocar con el rango de edades de sus pequeños fans. Se reaviva, entonces, un debate que vuelve a instalarse en la conversación familiar: ¿estamos hipersexualizando a los niños? ¿Qué hay que hacer cuando los vemos relativizar el sexo sin tener aún madura su propia sexualidad, jugar a ser adultos, cantar canciones con palabras cuyo significado desconocen o imitar bailes llenos de erotismo?

Un planteo similar al de Topa llegó hace poco del lugar más inesperado: el periodista y politólogo Franco Rinaldi, que fue precandidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires en la lista Republicanos Unidos, también emitió una señal de alerta en el programa LAM. Como tío de cuatro niñas de entre 3 y 10 años, él encabeza una cruzada contra las imágenes que le devuelve la pantalla argentina.

“¿Un canal de noticias tiene que taparle la cara a un chico cuando hay un hecho delictivo, pero los niños pueden salir a cara descubierta haciendo perreo a las cuatro de la tarde?”, se cuestiona Rinaldi, consultado por LA NACION“Hay nenes de 5, 6, 7 años que perrean y bailan canciones con letras que promueven sexo, drogas, marginalidad, canciones que no son para niños. A mí me parece, incluso hasta de una perspectiva legal, que tenemos que proteger a nuestros niños. Obviamente acá los únicos no responsables son ellos, el problema son los adultos. A mí me han contestado como argumento que es lo que los chicos piden, pero los chicos no gobiernan el mundo, si un niño puede hacer lo que quiere, ¿cuál sería la diferencia entre un niño y un adulto? Los chicos tienen que hacer cosas de chicos”.

Su frase, sin ir más lejos, remite a un estudio cuyo título es “Dejando a los niños ser niños”, también conocido popularmente como “el informe Bailey”, a partir del apellido de su autor. El mismo fue encargado por el Ministerio de Educación del Reino Unido en el año 2001 y ya por aquel entonces (hace más de dos décadas) aseguraba que vivimos en una cultura sexualizada y que a menudo los padres sienten que no es apropiada para sus hijos porque los obliga a crecer demasiado rápido. “Para que los niños sean niños, los padres deben ser padres”, concluía el informe.

A nivel local, una referente ineludible es la modelo, conductora y empresaria Nicole Neumann (41), que en la década del 90 fue tapa de revistas bajo títulos que actualmente serían, como mínimo, cuestionados: “Sexy a los 12″, celebraba la revista Gente.

El rol de las celebrities es clave en este proceso, porque la imitación y el juego son inherentes a la infancia

Hoy, madre de tres hijas en edad escolar, Nicole reflexiona sobre su propia experiencia. “Yo lo vivía como el ‘juego’ de una nena que agarra la ropa, tacos y maquillaje de su mamá. No me sentía sexy, me reía de ese rótulo… Lo asociaba al libro Lolita de Nabokov y pensaba: ‘¡Yo nada que ver!’ -dice-. Ahora las chicas se exponen más, todo pasa antes. Para mí como adulta no tuvo ninguna consecuencia porque siempre tuve los pies en la tierra y fui de carácter fuerte. Simplemente no me hacía cargo, solo quería juntar plata con las campañas y desfiles para hacer equitación y para mi chacra de animales abandonados. A mí me asusta ver chicas de 12, 13 o 14 años exponiéndose en actitud sexy en sus redes sin necesidad alguna, o ver que vistan como de 18. Yo hice mucho hincapié en educar a mis hijas desde un lado más naif: en el campo, con la naturaleza, según la edad que transitan, poniendo el valor en otro lado, no en lo estético sino en ser buenas personas y no apurar las cosas. Mi experiencia me enseñó, como mamá, a expresarles mi amor y contención en todo lo que pueda y a abrirles las puertas al diálogo sobre cualquier tema, hablar mucho y tener la libertad de preguntar”.

No es la única que quiere algo así para sus hijas. La estudiante de ingeniería química Florencia Herrera (32), por ejemplo, coincide con las frases de Topa, ya que su hija Mora, de 10 años, es fanática de varias cantantes jóvenes y hasta de traperos que están, a su gusto, bastante lejos del límite que está dispuesta a aceptar. “Ahora está muy de moda Bad Bunny, pero yo a Mora le prohíbo escucharlo porque no me gustan las letras de sus temas, ya sube demasiado de tono –asegura Florencia–. Mora es una nena muy receptiva y libre: tiene su compu y yo la cuido revisando su historial. Así estoy tranquila, porque ella respeta los límites. Yo tengo una mente súper abierta y ella puede elegir cuando sea grande la sexualidad que quiera, pero abrirlos a ese mundo desde tan chiquitos siento que es como si le quitara la niñez”.

La licenciada Marisa Russomando, psicóloga especialista en crianza y familia, amplía: “Los chicos no tienen recursos para responder a actitudes de otros frente a esa sobresexualización. Todos los chicos corren riesgos con relación a la pedofilia y al grooming, por eso hay que estar muy atentos y empezar a prevenir. Los que están más sexualizados tal vez estén más expuestos, porque son más visibles para quienes buscan ese tipo de acoso. Y también porque tal vez respondan de otra manera al tipo de provocación de esta gente”.

“A los padres nos pone en un aprieto cuando alguien tan popular y que llega a todas las edades empieza a subir de tono, y ahí está en uno saber qué hacer”, concluye Eugenia, mamá de dos hijas de 9 y 11 años. Porque como rezaba la placa de protección al menor allá lejos y hace tiempo: “La permanencia de los niños frente a las pantallas queda bajo la exclusiva responsabilidad de los señores padres”. Una responsabilidad indispensable desde todo punto de vista.

 

Imagen de portada: Película Cuties – Netflix


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