En este sentido, Jesús nos revela en su palabra: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando” (Jn.15,11-14), y luego nos dirá: “Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros” (Jn.15,17), más claro imposible, la amistad y el mandamiento del amor van de la mano.
Tenemos una fuente de riqueza espiritual infinita al contemplar a Jesús como amigo. Jesús que nos amó hasta dar la vida. Jesús que supo ser amigo en la casa de Betania junto a su queridos Lázaro, Marta y María. Jesús que compartió la vida junto a sus apóstoles enseñándoles a amar y a no ser indiferentes a las necesidades de quienes se encontraban en el camino. Jesús que supo ser testimonio de fidelidad hasta las últimas consecuencias. En fin, Jesús amigo incondicional.
Es así que la vida de Jesús se convierte en escuela que nos enseña a vivir la verdadera amistad. Si queremos ser buenos amigos necesitamos cultivar la amistad más importante para nuestra vida, la amistad con Jesús. Porque es a partir del encuentro con su persona que llegaremos a esa fuente de la cual emana una amistad trinitaria que nos abrirá la puerta a vivir el amor en nuestra vida y, a compartirlo con los demás.
Más de una vez nos han dicho o hemos escuchado que un amigo es un tesoro. Así es, Jesús es nuestro tesoro más valioso y a partir de él todo lo demás es riqueza si logramos vivirlo conforme al amor que nos enseña. Sólo así llegaremos a ser amigos pacientes, amigos serviciales, amigos que no son envidiosos, amigos que no piensan mal, amigos que todo lo disculpan, amigos que todo lo soportan. Sólo siendo primero amigos de Jesús seremos capaces de ser amigos de verdad.
La amistad en sí misma es un bien. Es un don, un regalo de Dios. Cada uno de nosotros seguramente ha tenido la dicha de experimentar la belleza de este vínculo de amor, así como también el compromiso que nos requiere para con la vida de nuestros amigos. Miremos a nuestro alrededor por un segundo y reconozcamos a Jesús en nuestros vínculos de amistad. Agradezcamos el hecho de estar acompañados y de poder transitar esta vida en amistad con otros, en comunidad. No olvidemos que vivir la amistad teniendo a Jesús como modelo implica experimentar un amor en creciente apertura, un amor que no nos encierra, sino que nos impulsa a vivir en fraternidad y en amistad con todos. La amistad social que se nos propone promover como cristianos nace de un compromiso cotidiano definido por la amabilidad, por el encuentro, por la solidaridad, por la ternura, y por la gratuidad de dar sin intereses de por medio. Dar como signo de caridad. Esta es una misión que nos demanda hoy un compromiso renovado en tiempos de tanta conflictividad social y donde tantos hermanos sobreviven excluidos en las periferias.
Al respecto, el Papa Francisco en su carta encíclica “Fratelli Tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social, nos enseña: El amor nos pone finalmente en tensión universal. Nadie madura ni alcanza su plenitud aislándose. Por su propia dinámica, el amor reclama una creciente apertura, mayor capacidad de acoger a otros, en una aventura nunca acabada que integra todas las periferias hacia un pleno sentido de pertenencia mutua. Jesús nos decía: “Todos ustedes son hermanos” (Mt. 23,8).
Cada uno de nosotros como seguidores de Jesús, sea en la familia, en el trabajo, en el barrio, en el grupo parroquial o en el grupo de estudio, es enviado a sembrar semillas de paz, de diálogo, y de fraternidad social. En este camino, ser amigos de los últimos nos hará experimentar la presencia amorosa de Jesús amigo en nuestra propia vida. Que contemplando a la persona de Jesús aprendamos a ser cada día más generosos, a extender nuestras fronteras y ser testimonios vivos de que todos somos miembros de una misma familia.
Amén
María Claudia Enríquez
Prof. María Claudia Enríquez: Animadora Laudato Si`. Mg. en Periodismo, diplomada en Comunicación de la Iglesia. Columnista en la revista digital para jóvenes “Iglesia Millennial” y en el portal “Jóvenes Católicos” de España. Locutora del programa “Camino de Emaús” en Radio María Argentina.