El féretro fue cerrado en presencia de los colaboradores más cercanos del Papa emérito y cinco purpurados: el decano de los cardenales, Giovanni Battista Re; el secretario de Estado, Pietro Parolin; el arcipreste de la basílica de San Pedro, Mauro Gambetti; el cardenal vicario de Roma, Angelo de Donatis; y el presidente de la gobernación del Estado Ciudad del Vaticano, el español Fernando Vérgez. También estaban el número tres del Vaticano, Édgar Peña Parra y todos los canónicos de la basílica.
Georg Gänswein, secretario de Benedicto XVI, se emocionó al mirar por última vez el rostro de Benedicto y cubrirlo con un velo blanco. A continuación, depositaron a su lado una bolsa de tela con medallas del pontificando, evocando los 7 años, 10 meses y 9 días que duró el pontificado: siete monedas de oro, diez de plata y nueve de bronce.
También, en un tubo de plomo, dejaron un pergamino con su biografía. Un texto que el Vaticano acaba de dar a conocer. «Benedicto XVI fue el 265º Papa. Su recuerdo permanece en el corazón de la Iglesia y de toda la humanidad», comienza.
Entre otras cosas, recuerda que este pontífice «situó la cuestión sobre Dios y la fe en el centro de su pontificado, en una búsqueda continua del rostro del Señor Jesucristo y ayudando a todos a conocerlo, en particular mediante la publicación de la obra en tres volúmenes Jesús de Nazaret».
Dice que estaba «dotado de vastos y profundos conocimientos bíblicos y teológicos, tenía la extraordinaria capacidad de elaborar síntesis esclarecedoras sobre los principales temas doctrinales y espirituales, así como sobre cuestiones cruciales de la vida de la Iglesia y de la cultura contemporánea».
Añade que tras la renuncia al pontificado, «vivió los últimos años de su vida en el Vaticano, en el monasterio Mater Ecclesiae, dedicándose a la oración y la meditación».
Sobre los abusos, menciona que «luchó con firmeza contra los delitos cometidos por el clero contra menores o personas vulnerables, llamando constantemente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación». «Como teólogo de reconocida autoridad, dejó un rico legado de estudios e investigaciones sobre las verdades fundamentales de la fe», concluye.
Fuente: ABC.es