"Los vídeos ayudan a abrir el tema a partir de personas concretas que cuentan historias personales", explica Dario Criscuoli, director del Centro de Pastoral Familiar de la diócesis de Roma. Son cortometrajes de unos 8 minutos de duración, en los que parejas o individuos que viven en Roma nos cuentan sus historias. Todos después de presentar la zona de la ciudad de la que proceden, nos hablan de su "gran belleza''.
Son "historias y personas que a menudo se han encontrado con los escombros en las manos", continúa el sacerdote, historias que no son fáciles, no siempre felices o sin errores, pero ricas en verdadera belleza interior. Una señal de los que buscan el tesoro más rico y profundo de la vida humana en las relaciones familiares. Historias de quienes han encontrado en estas relaciones la meta más alta de la existencia, pero también el punto de partida para ir a ayudar a quienes no han encontrado ese mismo tesoro. Historias de una comadrona, de un estudiante, de un contable o de una comunidad de familias que creían en un sueño que parecía un espejismo lejano, se reunían en las calles o en las canchas de baloncesto bajo el Ponte Marconi, en una pequeña villa en Casal Palocco o en una gran finca a lo largo de la Cassia. Y nos hemos asomado por las rejas de su puerta, para mirar con curiosidad esa quietud encendida, ese magma vivo que se mueve y reconstruye y transforma cada familia, mirándola desde diferentes aspectos.
Hablaremos de los esposos, los hijos, los abuelos, pero también de la vocación y la santidad.
"Nos enfrentaremos a nosotros mismos - concluye el P. Criscuoli - con un modelo absoluto como es la familia de Nazaret y, por último, con la herramienta que el Papa Francisco nos ha dado para la felicidad familiar, a saber, el uso de las tres palabras mágicas: 'Gracias, De nada y Perdón'. Sabiendo muy bien que nadie puede pretender ser excluido de esto, porque no existe la familia perfecta, ni padres o hijos o hermanos, a no ser que entendamos esta palabra en su sentido más estricto. Porque la familia es el primer lugar en donde descubrir que ser perfecto significa estar hecho para alguien, es una escuela de amor, de esperanza, de cuidado y resurrección, como dice el Papa Francisco. El lugar que custodia el gran y simple misterio que es el secreto de la felicidad de cada persona: dar lugar a la vida del otro".
Fuente: Vatican News