Imagen: El buen samaritano (después de Delacroix) (1890), óleo sobre lienzo de Vincent van Gogh
En la parábola aparecen cuatro tipos de personajes: los ladrones que roban y hieren al caminante, el hombre herido, el sacerdote y levita que pasan de largo y el samaritano que lo cura con aceite y vino y encarga el cuidado al dueño de un albergue. El mensaje es: prójimo es todo aquel que necesita de nosotros (Lc 10, 25-35).
Fratelli tutti actualiza e historiza estos personajes. La historia se repite.
1. Los asaltantes son aquellas personas y estructuras económicas, sociales y políticas del neoliberalismo y del populismo, corporaciones y multinacionales que producen víctimas, desigualdades, descartados, refugiados, guerra y armamentos nucleares, muertos de hambre, marginación de mujeres, de ancianos y niños, trata de personas; los que no respetan la vida, provocan hambre y paro juvenil, traficantes de órganos, mafias que explotan a los migrantes, empresas nacionales y multinacionales que destruyen la naturaleza, construyen muros contra los migrantes y les cierran sus puertos, no les dan papeles ni los reconocen como ciudadanos, no ayudan a que todos tengan techo, trabajo y tierra, fomentan la ideología del mercado y el consumismo, y todo ello con una globalización que destruye culturas locales, busca únicamente el lucro, ganancias, bienestar material, sin ninguna sensibilidad por los que quedan al margen. Se fomenta la violencia, la venganza, el odio, no hay diálogo ni perdón.
2. El hombre herido son todas las víctimas del sistema actual antes mencionadas. Ha habido un retroceso respecto al pasado. La pandemia ha desnudado estas situaciones de marginación y vulnerabilidad de los sectores pobres, la falta de recursos sanitarios para todos, las grandes diferencias sociales entre países y continentes, el peligro de que la vacuna no llegue a todos. Hay que escuchar el clamor de los pobres, de las mujeres, de los indígenas, de los niños y ancianos.
3. Los que pasan de largo son dirigentes políticos, sociales y también religiosos que no se comprometen, se limitan a pronunciamientos, buscan sus intereses nacionales y populares, se dejan corromper, cierran los ojos a los desastres de las multinacionales, no cumplen lo prometido, creen que la situación no es tan grave, que la ciencia y la técnica todo lo arreglará, o por el contrario, que todo está tan mal que ya no hay remedio, no hay nada que hacer, el problema es tan grande que yo no puedo hacer nada.
4. El buen samaritano, miembro de un pueblo que en tiempo de Jesús era tenido como hereje, pagano, cismático e indeseable, representa a todas las personas de buena voluntad, que desde cualquier religión o sin ella, ayudan al necesitado, al prójimo, buscan la colaboración de otros. Son los que van más allá de su cultura y nación, se abren a toda la humanidad, al extranjero, el necesitado, al pobre y marginado.
Pero Francisco no se limita a exhortar a curar a los heridos de hoy, sino que propone un cambio global de sociedad para evitar que estos hechos se vayan reproduciendo: luchar contra las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad, la falta de trabajo, tierra y vivienda, la prioridad a la vida de todos por encima de la apropiación de bienes de algunos.
Aquí Francisco enuncia una serie de principios y valores, que aunque responden a la tradición más profunda cristiana, de todas las religiones y de la sabiduría ancestral de los pueblos, a muchos les parecerán nuevas y escandalosas: fraternidad, sin la cual ni la libertad ni la igualdad se mantienen; amor universal; función social de la propiedad de modo que el derecho a la propia subsistencia pasa por delante del derecho a la propiedad privada, pues hay un destino común de los bienes de la creación y la propiedad privada tiene una función social; derechos de los pueblos; un corazón que una lo local con lo universal; importancia de la política, no basta la economía y la técnica, se necesita una caridad política y social; fomentar la amistad social y la amabilidad que va más allá de los consensos; escuchar a los movimientos populares; fomentar la dignidad del trabajo; saber dialogar y perdonar, reconciliarse; injusticia de la guerra, la guerra no es la solución, nunca más la guerra. Condena del armamentismo y es un desafío la eliminación de las armas nucleares. Se condena la pena de muerte y la cadena perpetua que es una pena de muerte oculta.
La ONU ha de estar realmente al servicio de los pueblos, privilegiando a los más pobres, no al servicio de lo más poderosos, reconocer los derechos de los pueblos y de las naciones que emanan de la dignidad de las personas creadas, más allá de fronteras, etnias, culturas y religiones.
El tema de los migrantes reviste hoy especial gravedad y urgencia, a los que hay que acoger, proteger, promover e integrar, no pueden ser considerados como ciudadanos de segunda categoría, son una oportunidad para la riqueza y el desarrollo integral de todos. Hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. No hay que pensar solo como país, sino como familia humana, manteniendo la tensión entre globalización y el valor de lo local, entre la fraternidad universal y la amistad social, el mundo no es una esfera uniforme sino un poliedro.
Las religiones han de estar al servicio de la paz, los valores religiosos son los que fundamentan la fraternidad y la paz, no caer en violencia religiosa, llamamiento a la fraternidad universal, evitar la ideología de la globalización que desea homogeneizar culturas y tradiciones en busca de una uniformidad superficial.
La raíz última de la fraternidad para los cristianos es la paternidad de Dios que nos hace hijos e hijas, hermanos y hermanas. Todo está impregnado por el amor desinteresado, la solidaridad, la apertura y el encuentro con el otro, más allá de todo individualismo y de un nosotros cerrado y autorreferencial. Hay que abrirse a la amistad social, a todos, a la fraternidad universal.
Fratelli tutti acaba con unas oraciones para que Dios nos ayude en nuestros sueños de fraternidad, de justicia y paz.
Conclusión
Francisco aparece en Fratelli tutti como una gran una figura del momento presente, un estadista, una voz profética para la humanidad de hoy. La Doctrina social de la Iglesia queda reforzada, actualizada y con la visión no desde un despacho, sino desde abajo, desde los pobres, desde la conmoción y el dolor ante su sufrimiento.
Muchos se escandalizarán de Fratelli ttuti, la criticarán o silenciarán, creerán que son sueños irreales y utópicos, fantasías, que el papa es un ingenuo y no debe meterse en economía ni política.
Pero toda la Encíclica está en perfecta coherencia con el evangelio y la doctrina social de la Iglesia, desde los Santos Padres y tradición eclesial hasta el magisterio pontificio moderno, como aparece en las continuas citas y notas a pie de página. El papa tiene el derecho a soñar y pensar en otra humanidad, no se mueve en la lógica del lucro personal para unos pocos, sino en la lógica de la solidaridad, la cooperación, la interdependencia y la corresponsabilidad, la amistad social, el caminar hacia un mundo de paz.
Francisco ha hecho de buen samaritano ante el mundo herido de hoy. Nosotros no podemos ser asaltantes asesinos ni pasar de largo. Nos toca colaborar con el buen samaritano, como lo hizo el hospedero dueño del albergue de la parábola. El herido del camino nos está esperando.
Fuente: https://blog.cristianismeijusticia.net/